Tres de Julio de 2013, Los Boston Celtics rompían al fin el proyecto Big Three del anillo de 2008 con el famoso traspaso de Boston Celtics y Brooklyn Nets que enviaba a las leyendas verdes Paul Pierce y Kevin Garnett al barrio neoyorkino. Doc Rivers decide no ser participe de “en principio” una larga reconstrucción y se marcha a los Ángeles Clippers. Danny Ainge en un giro de los acontecimientos a un “desconocido” Brad Stevens, con solo 36 años, sin experiencia en NBA ni como entrenador, asistente o jugador, donde sus logros en NCAA si eran destacados (dos campeonatos con la Universidad de Butler, que no era muy reconocida como los grandes equipos de la liga universitaria) pero veníamos con malas experiencias de entrenadores universitarios que daban el salto a la NBA. Aún así Ainge dio a Stevens todo el poder. Lo primero traspasar a Rondo para que el joven entrenador pudiera manejar una plantilla joven a su antojo sin egos, y que así pudiese crear un reflejo de Butler en los Boston Celtics, un equipo coral donde todos se dejaban la piel en ambos lados de la pista y ningún nombre podía romper esa dinámica.
Poco a poco empezaron a llegar una amalgama de jóvenes muy distintos entre ellos pero con el hambre de triunfar como equipo y hacer ganar a su maestro. Marcus Smart el soldado férreo fue el primero, después llegaría el alocado Terry Rozier, pronosticado segunda ronda que Ainge lo cogió en el pick 16, Jaylen Brown al año siguiente, y la joya de la corona, el anillo de poder con el que Brad Stevens pretendía ( y va en camino) de gobernar la NBA Jayson Tatum. Junto a estos jóvenes vendrían por esas fechas una serie de veteranos que ayudaría al proyecto a darle una identidad y un carácter ganador que alimente a los polluelos. Isaiah Thomas “The King of the fouth”, el cerebro de Stevens en cancha, Al Horford. Y para acabar su soldado favorito en la universidad de Butler que conoce mejor que nadie nadie Gordon Hayward. Con esa serie de jugadores Stevens podía implementar su idea de “Team Basketball” todos atacan, todos defienden, con sus virtudes y defectos, y todos se ayudan para mejorar. Pero no todo el camino iba a ser de color de rosas.
Kyrie Irving y el reinado del terror
En el año 2017 los Celtics consiguieron llegar a finales de conferencia contra todo pronostico con los veteranos Thomas y Horford sin lideres y los jóvenes Smart, Brown y Rozier aportando. Tras ello en verano consiguieron a Tatum vía draft y firmaron a Gordon Hayward por petición expresa de Stevens, consiguiendo su extensión en la pista. Pero hubo una oportunidad de mercado que Ainge no podía desaprovechar. Kyrie Irving habia pedido expresamente ser traspasado y Ainge no se lo pensó dos veces para ejecutar el “done deal”. Era un 3×1, conseguías a una estrella “en principio” consagrada, ese punto de excelencia que le faltaba a tu equipo, debilitabas a la franquicia que llevaba 3 años dominando la conferencia este y te deshacías de un jugador que si bien era amado por los fanáticos, se había lesionado de gravedad y tocaba darle una cuantiosa extensión ¿Qué podía salir mal? Pues absolutamente todo. El primer año Hayward se rompe en el partido inaugural lo que hace perderse toda la temporada, Kyrie Irving tu estrella también se pierde bastantes partidos y las series de playoffs. Aún así el núcleo joven comandado por Tatum da un salto de nivel permitiendo llegar otra vez a finales de conferencia y dando todavía más esperanza a que la temporada siguiente (y más con la marcha de Lebron a sweet LA) puedan conquistar el este. Pero llegaron los egos, Irving desde el principio debatiendo si renovar o marcharse, Jayson Tatum disputando el papel de primera espada con Kyrie, Terry Rozier pidiendo más protagonismo gracias a sus actuaciones en PO, Hayward no encontrando su nivel pre-lesión…
El vestuario estaba roto y Brad Stevens no supo gestionarlo, el juego coral del que presumían los verdes se había convertido en un equipo del que el primero que conseguía el balón se la jugaba, individualidad por encima de todo lo que hizo que se cayeran en semifinales de conferencia y tanto Kyrie Irving como Al Horford decidieran irse. Se había ido la gran oportunidad de los Boston Celtics, tal vez fuese ese su año.
Bien es cierto que el año siguiente volvieron a llegar a finales de conferencia pero no era lo mismo, no era el equipo que hacía disfrutar en 2018 todo era ISOS a Tatum y a Kemba Walker que si bien había llegado para sustituir el vacío de Irving, no era tan talentoso y tenia problemas en la rodilla. El año 2021 fue el final de Stevens cayendo en primera ronda 4-1 contra los Brooklyn Nets haciendo que Boston necesitara cambios urgentemente. Danny Ainge dimitió y el entrenador cogió el testigo, ahora sería el GM.
Stevens GM
Brad Stevens desde que llegó a los Boston Celtics siempre ha buscado construir un equipo a la imagen y semejanza de aquella Butler de el principio de la década pasada, y si bien no pudo hacerlo en los banquillos, lo haría en los despachos. La primera gran decisión fue darle a Ime Udoka, un asistente sin experiencia como primer entrenador, las llaves de los Boston Celtics. Udoka que había sido asistente defensivo en San Antonio, Philadelphia y Brooklyn siempre se le ha destacado por saber manejar los egos de un vestuario. Stevens había perdido el mando de sus muchachos pero confiaba en Udoka para recuperarlo. Otro movimiento de vital importancia era recuperar al cerebro del equipo, al líder silencioso de los grandes años de los Boston Celtics, Al Horford, que había quedado denostado tras sus pasos por Sixers y Thunder. También fue clave afianzar a su núcleo joven como Marcus Smart y Robert Williams que ampliaron el contrato. Importante la renovación de Williams porque en ese momento no había demostrado nada en la NBA, siempre se lesionaba pero Stevens confiaba (y confía) en él. También hubo más movimientos como Dennis Schroeder, Josh Richardson y Juancho Hernangomez entre otros.
El inicio de temporada fue turbio. Boston tenía la papeleta de limpiar la mala imagen que dieron la pasada campaña y las cosas no pudieron empezar de la peor manera, Udoka no encontraba un quinteto y una rotación equilibrada, muchos partidos tontos perdidos en él último cuarto y los Celtics fue el equipos que más problemas tuvo con el Covid. Esto hizo que para diciembre Boston estuvieran en un undécimo puesto con récord negativo.
Pero el cambio de año sonrió a los Celtics, Udoka dio con la tecla de la rotación, se hizo traspasos para liberar a jugadores tóxicos en el vestuario y en uno de esos traspasos se encontró con Derrick White, un jugador que abraza la filosofía Stevens ya que ha mamado la cultura Spurs, baloncesto de equipo y defensa. Esto ha hecho que Boston este ahora en finales de la NBA y vayan 1-1 ( a día que se escribe este artículo) contra los Golden State Warriors. Pero cuales son las claves del plan de Stevens.
Claves
Ahora con Udoka se están viendo los frutos, pero excepto White, el núcleo duro de los Boston Celtics han pasado por las manos de Stevens. Marcus Smart, Jaylen Brown, Jayson Tatum, Al Horford, Robert Williams, Grant Williams, Payton Pritchard y Daniel Theis, en mayor o menor medida han sido desarrollados por el actual General Manager de los Celtics. Curiosamente estos jugadores son versátiles en ambos lados de la pista que pueden defender varias posiciones y que en mayor o menor medida en ataque también te pueden resolver la papeleta creando sus tiros y generando para los demás. El “Team Basketball” en su máximo esplendor. Y que con trabajo de años de desarrollo conjuntándose piezas y dinámicas están llegando a su peak. Aparte son jóvenes, excepto Horford no pasan de los 27 años de edad. Pero vamos a hablar de los que para mi son los 4 jugadores claves de Stevens.
Jayson Tatum, la joya
Aún cuando llegó Kyrie Irving, Brad Stevens siempre ha pensado que su caballo ganador es Jayson Tatum. Desde que llegó a Boston poco a poco le han dado peso en el equipo y ha pasado de ser un estilista anotador a ser un all around player que gracias a su versatilidad y esfuerzo puede defender varias posiciones y a aumentado su creación de juego para los demás. Las posibilidades de Tatum son infinitas y eso Brad Stevens y Danny Ainge lo vieron antes que nadie.
Jaylen Brown, el escudo
En los anteriores años ha sido un poco el patito feo de los Celtics, mucha critica de que no daba el siguiente salto a ser una superestrella e incluso momentos que no combinaba bien con Tatum y que había que moverlo por el bien del proyecto. Pero Brown nunca ha bajado los brazos y siempre ha estado en ambos lados de la cancha aportando e incluso comiéndose la papeleta de defender a la estrella el equipo rival en muchas ocasiones para que otros se llevasen el merito. Jaylen Brown siempre en mi equipo.
Marcus Smart, el alma
El primer rookie con el que pudo contar Brad Stevens, el soldado para la causa que un equipo campeón necesita tener. Marcus Smart es todo energía y su valor para echarse a los suyos a la espalda cuando van mal las cosas hace que se haya ganado el corazón de la afición verde. Su garra y su entrega son incuestionables y su mejora siendo “algo mas cerebral” en ambos lados de la pista le ha hecho ganar de DPOY.
Al Horford, el cerebro
Una cosa que fallo en la 20-21 es que no había nadie en cancha que pudiera dirigir a los Boston Celtics tanto en ataque como en defensa. Este año con Horford ha cambiado el asunto. El dominicano es el que distribuye en ataque el balón y el que lidera a sus compañeros en defensa gracias a su posicionamiento el IQ defensivo.