Realignment. Palabra maldita que podríamos traducir como redistribución y que está poniendo patas arriba la estructura de la NCAA tal y como la conocemos hasta ahora. Cuando el año pasado saltaron los primeros anuncios de universidades que cambiaban de conferencia, pocos aficionados a esta competición logramos atisbar el seísmo que estaba a punto de producirse. Durante los primeros días de este mes de agosto de 2023, sin embargo, todo ha saltado por los aíres. Y todavía no hemos visto el final.
La Pac 12, una de las Power Five, conocida como “Conferencia de los Campeones” y con una gran historia detrás, se ha visto reducida de un plumazo a solamente cuatro equipos: Oregon State, Washington State, Stanford y Cal. ¿El motivo? El resto de equipos miembros de esta conferencia han ido anunciando su marcha a otras conferencias como la Big Ten o la Big Twelve. UCLA y USC fueron las primeras en comunicar su salida de la conferencia cuando termine esta próxima temporada. A ellos se han ido sumando paulatinamente Arizona, Oregon, Colorado, Washington, Arizona State y Utah hasta dejarla reducida a un número de miembros inviable e insostenible.
¿Cómo se ha llegado a esto? ¿Por qué este éxodo masivo de universidades? El motivo es muy sencillo: la televisión. Concretamente el dinero que recibe la conferencia por sus derechos de retransmisión. Los tres canales más potentes del mercado americano (ESPN, CBS y Fox) han decidido apostar fuerte por otras conferencias, relegando a la Pac 12 a un plano ciertamente muy menor. La única oferta económica interesante que les llegó vino de Apple TV y estaba muy lejos de cubrir las necesidades y demandas de todas estas universidades, por lo que han optado por integrarse en otras conferencias en las que van a recibir unas cantidades ingentes de dinero por sus derechos televisivos. Por otra parte, es necesario señalar que el motor principal que mueve el negocio, aunque nos duela reconocerlo, es el fútbol americano. Este es el deporte más seguido en Estados Unidos y a nivel universitario no es una excepción. Los equipos que resultan más atractivos son los que tienen un programa más potente y exitoso en esta modalidad, y estos son recibidos con los brazos abiertos por estas otras conferencias. El hecho de contar entre sus integrantes con ciertas universidades trae como consecuencia directa que puedan exigir cantidades mayores de dinero por la venta de sus derechos televisivos. Y así, la rueda no para de girar.
Inevitablemente, surge una primera cuestión en el horizonte. ¿Cuál es el futuro de la Pac 12? A día de hoy, nadie puede responder a ella con total certeza. Muchas dudas y una gran incertidumbre son las características que rigen actualmente a esta conferencia. Tan solo podemos especular sobre qué pasará, plantear posibilidades diversas que solamente el tiempo corroborará o descartará. La primera de ellas, la más evidente, triste y lamentable, sería su desaparición. Ya se rumorea que alguno de los equipos restantes ha recibido propuestas para integrarse en otra conferencia, algo totalmente lógico en el estado actual de la cuestión. En todo caso cabe pensar que los responsables deportivos de la Pac 12 estarán estudiando y valorando cualquier salida posible antes de clausurarla. Incorporar programas de conferencias menores sería la alternativa más obvia, pero volvemos al punto de partido: el dinero que actualmente pueden ofrecer de los contratos televisivos tal vez sea insuficiente para convencer a ciertas universidades que puedan dar algo de prestigio, como San Diego State, Boise State, UNLV o New Mexico, para atraerlas a la moribunda Pac 12. Lo más probable es que busquen fusionarse con alguna conferencia geográficamente cercana, como es la Mountain West. ¿Con qué nombre? ¿En qué condiciones? Son interrogantes que en estos momentos no tienen respuesta. Las negociaciones, si ya las hay (y personalmente yo no dudo de que sea así), no han hecho más que comenzar y serán largas y tortuosas.
Por otra parte, ¿habrá nuevos movimientos? Que nadie lo dude. La ACC, otra de las Power Five, puede ser la próxima en verse afectada ya que su actual contrato con las cadenas nacionales de televisión y el reparto que del dinero obtenido se realiza actualmente, nos invita a pensar que haya universidades que busquen cambiar de conferencia para mejorar sus prestaciones, como es el caso de Florida State. No será sencillo, pero tampoco imposible.
La única certeza que tenemos en estos momentos es que la temporada 23-24 será la última en la que disfrutemos del actual modelo organizativo de la NCAA. La siguiente ya viene llena de cambios y novedades, y a partir de ahí es absolutamente imposible predecir qué va a suceder. El movimiento sísmico no ha hecho más que empezar y sus consecuencias todavía resultan imprevisibles.