El número siete suele estar relacionado con la buena suerte. Si vamos a la propia simbología del mismo, su significado toma un cariz más serio. Porque el siete es la suma del cuatro y tres. El cuatro es el número terrenal porque se asocia con los cuatro puntos cardinales. En cambio el tres es el número divino puesto que las referencias al tres y a los múltiplos de tres en la Biblia se repiten continuamente. Por lo tanto el siete simboliza la totalidad del universo. Tenemos siete días en una semana. Las notas musicales modernas son siete. Se dice eso de que “los gatos tienen siete vidas” (es falso, no lo pruebes). Siete son los sacramentos y los pecados capitales. El arcoiris tiene siete colores. Y los playoffs de la NBA y las finales se juegan al mejor de siete partidos. Si hay séptimo partido, no hay vuelta atrás y tienes que ganar o morir en el séptimo.
19 anillos conquistados en el séptimo
AÑO | GANADOR | PERDEDOR |
1951 | Rochester Royals | New York Knicks |
1952 | Minneapolis Lakers | New York Knicks |
1954 | Minneapolis Lakers | Syracuse Nationals |
1955 | Syracuse Nationals | Fort Wayne Pistons |
1957 | Boston Celtics | St. Louis Hawks |
1960 | Boston Celtics | St. Louis Hawks |
1962 | Boston Celtics | Los Angeles Lakers |
1966 | Boston Celtics | Los Angeles Lakers |
1969 | Boston Celtics | Los Angeles Lakers |
1970 | New York Knicks | Los Angeles Lakers |
1974 | Boston Celtics | Milwaukee Bucks |
1978 | Washington Bullets | Seattle SuperSonics |
1984 | Boston Celtics | Los Angeles Lakers |
1988 | Los Angeles Lakers | Detroit Pistons |
1994 | Houston Rockets | New York Knicks |
2005 | San Antonio Spurs | Detroit Pistons |
2010 | Los Angeles Lakers | Boston Celtics |
2013 | Miami Heat | San Antonio Spurs |
2016 | Cleveland Cavaliers | Golden State Warriors |
1951. La agonía de los Kings
El único anillo que hasta ahora tienen los Kings fue conquistado cuando aún eran Royals y estaban afincados en Rochester. En 1951 los Royals tenían que ganar o morir en el séptimo partido después de que los Knicks remontaran un 3-0. Los Royals se coronaron en el último partido posible y con el apoyo de 4.200 almas en su propio pabellón y con un escaso margen de cuatro puntos.
1952. Los Knicks se vuelven a quedar a las puertas en un séptimo
Después del anillo de los Royals, los Minneapolis Lakers se hacían con su tercer anillo de la NBA y el primero de un three-peat. Además sería la segunda derrota consecutiva de los Knicks que, aún perderían de nuevo al año siguiente. Los Lakers de George Mikan venían de eliminar a los Royals y se pasaron todas las finales alternando victoria-derrota. Al final y cuando solo vale ganar o morir, en el séptimo partido Mikan fue el líder que Minneapolis necesitaba y aplastaron a los Knicks por casi veinte puntos para seguir hundiendo la moral de los de New York.
1954. El último anillo de Mikan y de Minneapolis
Los Lakers concluían una racha de tres anillos consecutivos y de cinco anillos en seis temporadas. La primera gran dinastía de la NBA aún jugaría una última final como Minneapolis Lakers antes de marcharse a Los Angeles. Pero en las finales de 1954, Mikan jugaría sus últimas finales y anunciaría su retirada del baloncesto tras alzarse con el quinto anillo. Fue una retirada de mentirijilla pues realmente se tomó un año sabático y volvería en 1955 para disputar la que sí sería su última temporada en la NBA.
Los Syracuse Nationals –posteriormente Philadelphia 76ers– fueron la última víctima del gigante de los Lakers. De la misma forma que había sucedido en 1952 con los Knicks, los Lakers alternaron victoria-derrota durante las finales. La resolución del campeón quedaría para el fatídico séptimo partido que se habría de disputar en Minnesota, que a mediados de abril aún sufren un frío gélido. Aún así, las más de 7.200 almas que llenaban el Minneapolis Auditorium ayudaron a los de George Mikan a derrotar a unos Nationals que se redimieron en la temporada siguiente.
1955. La revancha de los Nationals
Casi un año después de perder el anillo contra Mikan, los Syracuse Nationals –también en casa– conquistaron el primer anillo para los actuales Sixers y el único conquistado como Syracuse Nationals. Las finales comenzaron con un arrollador 2-0 de los Nationals, ganando sus dos partidos en casa. Los Pistons les devolvieron la jugada ganando sus dos partidos en Fort Wayne y ganando también el quinto en Syracuse. Y a los Nationals no les quedó más remedio que ganar el sexto en Fort Wayne y jugarse el ganar o morir en el séptimo partido disputado en Syracuse. Los Nationals conquistaban el primer anillo para la futura franquicia de los Sixers mientras que otorgaban al estado de New York su segundo anillo.
1957. El primer anillo de un total de once
Salvo el segundo y el quinto partido, las finales de 1957 entre Boston Celtics y St. Louis Hawks fueron muy apretadas. Todos los partidos se resolvieron con un estrecho margen de dos, tres y hasta cinco puntos. Si en tu equipo tienes a Ed Macauley, Bob Pettit y Cliff Hagan; cuentas con llevarte el anillo. Pero todo eso carece de lógica si delante tienes a Bill Russell, Bob Cousy, Tom Heinsohn, Bill Sharman y el puro de Red Auerbach.
Cinco de los siete partidos fueron ganados por el equipo local y, por supuesto, el séptimo también. Como habíamos comentado en los especiales de Puretas sobre Auerbach, sus equipos no se caracterizaban por un líder anotador apabullante si no en la suma de todos los jugadores y del trabajo en equipo. Y así fue.
1960. Mismos contendientes, mismo campeón, resultados más abultados
Tres años después y con los Hawks más tranquilos tras haber ganado el anillo a los Celtics en 1958, ambos volvían a enfrentarse en unas finales y volvieron a encontrarse con el ganar o morir en el séptimo partido. Volvieron a ganar cinco de los siete partidos en casa. El campeón volvió a ganar el anillo en casa. Pero los resultados de los partidos fueron mucho más abultados que en las finales de 1957. La clave de los Celtics volvió a pasar por el Señor de los Anillos, pero no como anotador si no como reboteador. Bill Russell acabó el séptimo partido con 35 rebotes, segunda mejor marca hasta ese momento. Es importante recordar que en el segundo partido de estas finales, Russell consiguió 40 rebotes.
1962. Comienza la rivalidad Celtics-Lakers
En una época en la que el triple no era más que una utopía lejana para la cual faltaban casi veinte años para su introducción en la liga. Una época en la que lo más común era ver anotaciones bajas, Lakers y Celtics acabaron los siete partidos con más de cien puntos en los que el marcador más bajo fue el de Lakers en el quinto partido. Los Celtics asaltaron Los Angeles y dejaron a los Lakers en 105 puntos, siendo el marcador más bajo de las finales de 1962. Y no fue porque se jugaron muchas prórrogas. De hecho la única prórroga, como no podría ser de otra forma, fue en el séptimo partido.
El Boston Garden vio peligrar su hegemonía por culpa de un Jerry West con 35 puntos y un arrollador Elgin Baylor que terminó el partido con 41 puntos y 22 rebotes. Pero es que en el otro lado, el Señor de los Anillos acabó la noche con 30 puntos y 40 rebotes. Además, Russell estableció el récord de 19 rebotes en un cuarto de playoffs. Era otro baloncesto y empezaba una nueva era para el baloncesto. Solamente hay una mejor manera que ganar o morir en el séptimo partido, y es con una prórroga.
1966. Otra vez Celtics-Lakers
De los once anillos que Bill Russell ganó en trece temporadas, siete fueron contra los Lakers (uno como Minneapolis Lakers y el resto como Los Angeles Lakers). En 1966 se enfrentaban por quinta vez y, aunque no fue una serie tan igualada como la de 1962, tuvieron que resolver el campeonato en el séptimo partido. El Boston Garden volvió a ser testigo del último partido, pues los Celtics habían hecho una gran temporada solamente superada por los 76ers de Chamberlain.
Estas fueron las últimas finales y el último título de Red Auerbach como entrenador y cuando decidió ceder el terreno a su pupilo predilecto, convirtiendo a Bill Russell en el primer entrenador afroamericano en la NBA. Y fue la última vez hasta 2016 en que un equipo consiguió llegar a un séptimo partido tras un 3-1 en contra.
1969. Nace el MVP de la Finales de la peor forma posible
En las finales de 1969 se concedió el primer premio de MVP de las finales. Con tan mala fortuna que es la única vez en que el premio lo recibió un jugador del equipo perdedor. Jerry West promedió 37.7 puntos, 4.7 rebotes y 7.4 asistencias en los siete partidos de las finales. Ya sabemos que los Celtics de Auerbach y, ya en este momento, de Russell eran un equipo en el que la carga estadística estaba muy repartida entre todos los jugadores. Aún así, la dominancia de Jerry West era aplastante.
En lo puramente relacionado con los partidos se dio una hermosa casualidad. Todos los partidos de las finales fueron ganadas por el equipo de casa, excepto en el séptimo. Cuando toca ganar o morir en el séptimo, Bill Russell y compañía profanaron el mítico Forum en la segunda temporada en que los Lakers jugaban en Inglewood tras abandonar el pabellón de los Trojans.
1970. Tercer anillo consecutivo perdido por los Lakers
Los Knicks habían llegado tres años consecutivos (51, 52 y 53) a las finales de la NBA en las que habían perdido ante Rochester Royals y Minneapolis Lakers. Y se plantaron en sus cuartas finales en 1970 contra unos Lakers que habían perdido dos finales consecutivas contra Boston. Además contaban con Chamberlain, que disputaba su segunda temporada con los angelinos. Los Knicks dirigidos por Red Holzman y liderados Willis Reed consiguieron llevar a la Gran Manzana el primer anillo de la NBA. Los Lakers no pudieron con el potencial neoyorquino pese al otra vez excelso Jerry West y a un Chamberlain siempre superior en el rebote.
El séptimo partido se conoce como “The Willis Reed game” porque llegaba lesionado desde el quinto partido y fue infiltrado pese a las molestias. Al no poder ser el pilar ofensivo y con los Lakers sabedores de sus carencias debido a la lesión, cargaron a Chamberlain contra Reed durante todo el partido. Al final, Reed se encargó de defender a Chamberlain escandalosamente y limitó muchísimo el juego del gigante de Philadelphia.
1974. El último baile de Kareem y Big O
El gran equipo campeón de los Bucks afrontaba la última temporada de Big O y Kareem juntos. Oscar Robertson y sus 35 años acumulaban demasiados kilómetros en las pistas de la NBA y el retiro estaba más cerca que nunca. Abdul-Jabbar aún jugaría una temporada más en el frío Wisconsin antes de partir para la calurosa California. Tres años después de conquistar el campeonato del mundo (así rezaba el banner colgado en el extinto Bradley Center), los Bucks volvían a plantarse en las finales de la NBA. Delante tenían a unos Celtics en los que el general manager Red Auerbach había diseñado un equipo con John Havlicek, Jo Jo White, Dave Cowens, Paul Westphal, Paul Silas, Don Nelson…
A los mandos de la segunda generación de los Celtics estaba uno de los grandes Celtics de Auerbach y Russell. El entrenador era Tom Heinsohn que conseguiría dos anillos como entrenador, además de los ocho que había conseguido como jugador.
Los de Milwaukee llegaban a las finales tras una grandísima temporada en la que casi igualan su récord de 60 victorias. Al final se quedaron con 59 y en playoffs solamente cedieron un partido ante los Lakers. Pero los Celtics les dieron una bofetada de realidad. Fueron unas finales extrañas pues solamente hubo dos victorias locales, una para cada uno. Y tal y como iba la serie y como no podría ser de otra forma, los Celtics ganaron el anillo en el Milwaukee Arena (pabellón casi pegado al actual Fiserv y aún hogar de los Panthers de la Universidad de Milwaukee).
La serie fue un toma y daca por parte de ambos. Con el 2-3 para los de Massachusetts y con los locales con posibilidad de conquistar el anillo ante la parroquia bostoniana, los Bucks consiguieron ganar tras dos prórrogas. Y cuando tocó ganar o morir en el séptimo partido, fueron los del Leprechaun los que se hicieron con el campeonato. Una triste despedida para la gran pareja Kareem-Robertson.
1978. El anillo de Washington
En 1978 los Bullets conquistaban su anillo para Washington, aunque no era el primer anillo para los Bullets. En la segunda temporada de la BAA (germen de la NBA) los Baltimore Bullets ya se habían proclamado campeones. Pero estos Washington Bullets campeones en 1978 no tenían nada que ver con los campeones de Baltimore aunque durante unos años y antes de asentarse en la capital y de llamarse Washington Bullets, volvieron a Baltimore como Bullets. Pero son franquicias totalmente diferentes.
Wes Unseld –padre del actual entrenador de los Wizards– fue el líder y MVP de las finales. Los Seattle Supersonics tenían todo para llevarse el anillo. Alternaron victoria-derrota durante toda la serie y con las finales empatadas a tres había que ganar o morir en el séptimo partido. El definitivo partido se jugaba en Seattle pero al mismo tiempo se jugaba en el estado de Washington. De ahí sacarían fuerzas para conseguir el único anillo de la NBA para la capital de Estados Unidos. Fue la segunda ocasión en la que el séptimo lo ganó el equipo visitante.
1984. Larry vs Magic
Desde la mítica final de la NCAA que enfrentó a Michigan State e Indiana State en 1979, Magic Johnson y Larry Bird no se habían vuelto a enfrentar en una final. Y como no podía ser menos, lo hicieron en unas finales que necesitaron resolverse en un séptimo partido. Los máximos referentes de la NBA de los 80 y los –para muchos– salvadores de la NBA se veían frente a frente con un objetivo claro: Magic quería ganar y llevarse el MVP de las Finales, mientras que Bird con su MVP de la temporada regular ya en el bolsillo quería vengarse de esa derrota en la final de la NCAA de 1979.
Definitivamente el factor cancha fue clave. Fue clave hasta el punto que en el quinto y séptimo partido en el Boston Garden, el aire acondicionado “se estropeó” y tuvieron que soportar temperaturas de más de 30º en el interior del Garden. Por supuesto los Celtics ganaron esos dos partidos y se llevaron su 15º anillo de la NBA.
1988. El tobillo de Isiah
Cuando los Puretas hicimos el programa sobre el documental de los Bad Boys hablamos bastante de este partido. Los Pistons asomaron la patita en las finales en el preámbulo de lo que serían cuatro finales consecutivas y dos anillos conquistados en 1989 y 1990. Pero Magic y Kareem aún tenían gasolina pese a los 40 años del espigado center de UCLA.
Detroit comenzó las finales con fuerza y robando el factor cancha a Lakers, pero los angelinos les devolvieron la jugada en el tercer partido. Y con las finales en el punto de ganar o morir en el séptimo partido, el tobillo de Isiah Thomas se hizo trizas. Pese a la torcedura de tobillo y a la evidente cojera del base de los Pistons, Isiah continuó jugando 28 minutos con el riesgo gravísimo de una lesión irreparable. Las imágenes del tobillo de Thomas al finalizar el partido son terroríficas, ese tobillo se había puesto del tamaño de su cabeza. Horrible y de una inconsciencia incomprensible.
1994. Olajuwon, por fin
Hakeem –que por esas fechas ya se había nacionalizado estadounidense y había americanizado su nombre– tuvo que sufrir mucho durante su carrera en la NBA. Primero tuvo que luchar contra Magic y Bird, perder unas finales contra los Celtics del 86, y luego tener que vivir en la época de Jordan. Al final cuando Jordan se tomó esa supuesta retirada tras el primer three-peat, Hakeem pudo resarcirse y ganar sus dos anillos.
El primero lo ganaron a los rudos y defensivos Knicks de Pat Riley y Pat Ewing en una serie que tuvo que llegar al séptimo partido.
2005. El tercero de Duncan y Popovich
Chauncey Billups, Ben Wallace y Rasheed Wallace querían ganar su segundo anillo pero delante tenían a la gran dinastía de los Spurs. Uno de los grandes detalles de estas finales es que se enfrentaban los dos equipos más defensivos de la liga y eso quedó palpable en los marcadores. Solamente hubo un partido en el que uno de los dos equipos anotase más de 100 puntos. Las finales fueron muy igualadas y, debido a los marcadores, acabaron siendo desahuciadas por el gran público. Desde mi humilde punto de vista, fueron unas grandes finales, Duncan y Popovich levantaban su tercer Larry O´Brien, Duncan ganaba su tercer y último MVP de las finales y además nos deleitaron con uno de esos momentos en los que solo se puede ganar o morir en el séptimo partido.
2010. Kobe y Pau se vengaron del Big Three
En 2008 los Celtics del Big Three consiguieron su anillo frente a los Lakers de Kobe y de un recién llegado Pau Gasol. Al año siguiente los angelinos volvieron a la gloria frente a los Magic de Dwight Howard. Y en 2010 llegó la revancha. Era la duodécima ocasión en la que se repetía la gran rivalidad de la NBA y los californianos consiguieron vencer a los verdes por cuarta vez.
Como había comentado en el bloque anterior de las finales entre Spurs y Pistons, solamente uno de los equipos llegó en un partido a los 100 puntos y se considera una de las peores finales de la era moderna. En cambio nadie habla de la misma forma sobre las finales de 2010. Solamente Lakers en el primer partido y Celtics en el segundo partido fueron capaces de anotar más de 100 puntos.
Los Lakers tuvieron que encomendarse a ganar o morir en el séptimo partido. Un partido que no es que fuese brillante pero sí muy emocionante. Los Lakers se adelantaron a 5 minutos del final. Con el tándem perfecto Kobe-Pau acompañados de un gran Ron Artest y un buen Derek Fisher consiguieron rematar el partido y conquistar el 16º anillo de los Lakers. El apoyo del Staples fue casi tan fundamental como el de los propios jugadores.
El Big Three perdía otra oportunidad y se quedaba con un solo anillo tras la enorme inversión de los Celtics.
2013. Segundo anillo del Big Three de Miami
De la misma forma que se habló en 2020 y 2021 de “las defensas ganan campeonatos”, en 2013 ya se comentaba y repetía ese mantra. Los Spurs ya habían sido una gran defensa desde que conquistaron el primer anillo en 1999 pero en 2013 el ataque empezaba a tener mucho más peso y estábamos a punto de llegar a los gloriosos Spurs (comentario subjetivo y personal) de 2014. Pero desde Florida el Big Three jugaba en otra liga. Miami había ganado el anillo el año anterior y se volvía a plantar en unas finales por tercer año consecutivo. Lebron estaba en el mejor momento de su carrera y fue el líder ofensivo absoluto en la pista y dirigido excelentemente por Spoelstra desde el banquillo.
La lucha de pizarras fue magnífica con dos entrenadores tan tácticos como Popovich y Spoelstra. En los texanos empezaba a sorprender un sophomore callado y casi robótico que había llegado de –la desconocida para muchos– San Diego State.
Los Heat habían hecho una temporada inmaculada con 66 victorias. En la primera ronda de esos playoffs sucedió el famoso “Bucks in Six” de Brandon Jennings que se ha vuelto a hacer famoso en Milwaukee en los playoffs de 2021.
Lebron igualó el récord de puntos en un séptimo partido que tenía Heinsohn. Muchos consideran estas finales como las mejores en mucho tiempo. Y el amigo Lebron, además de alzarse con el MVP de las finales, se ganó aún más la enemistad de mucha gente con ese auto-alabamiento de “no uno ni dos, sino tres”.
2016. El tapón de Lebron o el triple de Irving
Los Warriors venían de igualar el récord histórico de victorias ostentado por los Bulls del 96 y Stephen Curry se había convertido en el primer MVP unánime de la temporada regular. El camino de Golden State no había sido nada fácil y se plantaron en la final destrozados tras haber remontado un 3-1 en contra en la finales de conferencia ante OKC.
Y en las finales fueron los Warriors los que se pusieron 3-1 pero los Cavaliers se convirtieron en el primer equipo en remontar un 3-1 en contra en unas finales de la NBA y consiguiendo la mayor remontada del deporte estadounidense hasta ese momento. Del séptimo partido todos recordamos el mítico tapón de Lebron a Iguodala seguido del triplazo de Irving que, a la postre, le otorgó el primer anillo para la franquicia de Ohio. Ese anillo y esa remontada también sirvieron para que James se redimiera ante su ciudad tras la espantada de 2010 y que Cleveland le perdonara la traición tras “The Decision”.
Ganar o morir en el séptimo
Es interesante la simbología de los números. Y más interesante es que para conseguir un anillo, para alcanzar la divinidad del baloncesto no basta con llegar al número divino. Para alcanzar la divinidad del baloncesto hay que llegar al número terrenal. La NBA se gana con cuatro victorias y cuando las finales se ponen emocionantes, cuando las finales se juegan a un solo partido es necesario ganar o morir en el séptimo.
De las 19 finales decididas en el séptimo partido, solamente en 69, 74, 78 y 2016 el equipo visitante conquistó el anillo.
Lo que sí que está claro es que unas finales decididas en el séptimo partido es lo más emocionante de este deporte. Es la razón por la que tienen tanto éxito los torneos que se deciden a un solo partido y en campo neutral como la Super Bowl, el March Madness, los torneos de copa nacionales e internacionales… Pero la NBA es otro mundo. La fortuna del siete no siempre se alía con el equipo de casa, o con el que mejor ranking tiene o con el que el que mejor racha lleva. Incluso tampoco con el que tiene mayor cantidad de estrellas. Ganar o morir en el séptimo partido de unas finales es un cómputo de técnica, táctica, calidad, titulares, banquillo y entrenadores.