En la Nochebuena de 1961, en un minúsculo pueblo a menos de una hora de Philadelphia nacía Jerold Taylor Wright Jr. Su formación y su carrera acabaría siempre ligada a la ciudad del amor fraternal. Para muchos externos del baloncesto universitario Jay Wright no es más que ese entrenador guapo que se parece a George Clooney y que fue galardonado como el entrenador de college mejor vestido debido a su elegancia al más puro estilo Pat Riley. Hasta el punto de que hay una cuenta de Twitter dedicada a sus trajes. Si algo ha definido la carrera de Jay Wright es la “attitude” por bandera. Su lema en la vida y en el baloncesto ha sido siempre la actitud. No es necesario tener aptitudes y un talento descomunal, la actitud lo compensa todo.
Todo comenzó con un Penn-Villanova
Tenemos que situarnos en enero de 1971. Un Jerold Taylor con 9 años recién cumplidos acudió a The Palestra –la catedral del baloncesto universitario para los fans del deporte del área ed Philadelphia– a ver un Penn-Villanova. Tras el partido decidió seguir a ambos equipos por la experiencia vivida y por la cercanía a su casa. Durante el resto de la temporada intentaba ver lo que su minúscula televisión le dejaba y lo que las cadenas de la época emitían. En el March Madness todo cambió porque los Wildcats vencieron de manera insultante a Penn por 90-47 y el jovencito Jay –como nos suele pasar a todos– se decantó por el equipo ganador. Luego descubrió que había un ente superior llamado UCLA y John Wooden que barrió a Villanova en la Final.
Para lo que le sirvió al Jay de casi 10 años fue para comenzar a investigar sobre Villanova, el legado Wildcat, los jugadores y entrenadores que habían pasado por el programa…Sin saberlo, Jerold Taylor Wright Jr. daba el primer paso para ser el futuro entrenador de Villanova 30 años después.
El discípulo de Rollie Massimino
El mítico entrenador de los Wildcats –que se alzó con el primer campeonato nacional en esa mítica Final Four del 85 contra la Georgetown del gigante Patrick Ewing– adhirió a su staff a un joven que llevaba unos años dando vueltas por diferentes universidades. En 1987 Massimino reclutaría como entrenador al que –sin saberlo ninguno de los dos– al futuro entrenador de Villanova y el que llevaría al programa de Philadelphia aún más arriba de lo que los había llevado Massimino en 1985.
Aunque en esa época, Jay Wright aún no llevaba la attitude por bandera; conocía perfectamente los valores que debían desarrollarse en Villanova y fue absorbiendo todo eso que –sin saberlo en ese momento– le servirían de mucha ayuda más de una década después cuando ocupó el puesto de entrenador principal de los Wildcats.
Hofstra vio nacer el concepto de ATTITUDE
Tras 10 años bailando como asistente en Rochester, Drexler, Villanova y UNLV; un ya maduro en esto del baloncesto universitario, Jay Wright se hacía cargo del banquillo de la modesta universidad de Hofstra. Una temporada en la North Atlantic Conference y el resto en la America East Conference curtieron a Coach Wright en una idea que rondaría su cabeza y que sería su lema de vida personal y baloncestística hasta nuestros días.
En sus comienzos en los Hofstra Flying Dutchmen –actualmente son los Pride– tenía muy claro que no tenían un buen equipo. Los planes de juego y las estrategias no iban a cambiar la plantilla en un grupo mega talentoso. Perder era lo normal en los primeros años de Jay en la universidad sita en Long Island. Pero lo único en lo que podría hacerlos mejorar era aportar una ACTITUD excelente para enfrentarse a los retos que se nos plantean. Coach Wright le decía a sus jugadores: “No camines como un perdedor, camina con una gran actitud. Eso sí que lo podemos controlar”.
Algo tienen los viajes en coche que consiguen ciertos momentos inspiradores. La monotonía de la carretera y del paisaje estadounidense tienen un poder magnífico en la germinación de ideas en nuestra cabeza. La radio es nuestra gran compañía en esos trayectos y a Jay Wright también le llegó uno de esos instantes epifánicos al volante. Una versión del “What a Wonderful World” de Louis Armstrong sonaba en la radio del coche cuando Jay atisbó el mensaje que debía compartir con sus pupilos.
Jay Wright con la attitude por bandera
Jay comprendió un mensaje de esperanza y un mensaje optimista. Una noche puso la canción de Armstrong en el vestuario mientras más de un jugador pensaba que el entrenador había perdido totalmente la cabeza. Pero el mensaje y la inspiración de Coach Wright calaron en los chicos y dejaron de pensar en que tenían que parecer lo que no eran y se centraron exclusivamente en cambiar de actitud. Funcionó. Puede parecer porque el 10-18 final no es un buen récord pero en ese récord malo hay victorias muy importantes que infundieron en ellos la moral suficiente como para cambiar el chip de cara a la siguiente temporada.
De ese cambio de mentalidad fue evolucionando al canto inicial que todos conocemos hoy previo a los partidos de Villanova de: “1, 2, 3, Attitude!”
2001, Odisea en el espacio Wildcat
El programa de baloncesto se destaca por haber tenido muy pocos entrenadores. La estabilidad es muy importante para los Wildcats hasta el punto que el 27 de marzo de 2001, el Athletic Director Vince Nicastro presentaba ante los medios al 8º entrenador del programa. Un “chico” de 39 llegaba desde la humilde universidad de Hofstra con el único mérito de haberlos sacado de la inmundicia hasta conseguir dos campeonatos de temporada y ganar los dos últimos torneos de conferencia. Para que veamos la importancia de lo realizado en Hofstra –los hoy llamados Pride– solo han ganado un torneo más de su conferencia y solo han podido ganar la temporada regular en tres ocasiones.
En todas sus entrevistas iniciales, Wright insistió en lo importante que había sido Massimino para él y lo importante que había sido Villanova para su vida puesto que en su primera etapa en los Wildcats conoció a su esposa.
Su idea era clara: construir un programa reconocible, respetable y con identidad propia. Su lema “ATTITUDE” sería la base sobre la que se asentaría su proyecto, su mentalidad táctica sobre la pizarra sería la que haría reconocible en la nación y el cielo sería el límite. Está claro que 21 años después su objetivo está más que cumplido. Los equipos de Villanova son reconocibles temporada tras temporada como una obra de arte baloncestística, un estilo de juego que se ha establecido durante dos décadas. Y ese talento también ha sido exportado a la NBA y se valora mucho las características y la mentalidad de los jugadores que salen de la mano de Jay Wright.
Jay Wright con la attitude por bandera y en la sangre
En la rueda de prensa de su presentación dijo que una de sus principales intenciones era crear una cultura de Wildcat Pride, que los estudiantes-atletas sintieran la universidad como suya y que fueran los primeros embajadores de este orgullo. En una universidad como Villanova, los programas de baloncesto masculino y femenino, tienen una importancia vital. Y si las estrellas de estos programas se mostraban orgullosos de pertenecer a la universidad, lo demostraban durante todos años y se mostraban comprometidos con la universidad durante todo el ciclo; transmitirían ese orgullo al resto de estudiantes.
Así lo hizo. Jay Wright siguió con la attitude por bandera y añadió el orgullo. Insistía mucho en la historia del programa y de la universidad, en los jugadores y entrenadores que forjaron el prestigio que tenían, trabajar la buena educación y modales para ser referentes también en ese aspecto…Lo que los estadounidenses llaman “be a role model”.
Los campeonatos nacionales que pudieron no haber existido nunca
Los fans de Villanova le debemos a Patricia Reilly mucho más de lo que nos pensamos. Para ello tenemos que viajar a 2009. Villanova había terminado la temporada con un brillante 25-6. Aunque cayeron en las semifinales del torneo de conferencia, afrontaban el March Madness con mucha ilusión. El equipo estaba hecho a imagen y semejanza de Jay Wright. Un equipo con el talento justo aunque con el lema nacido en Hofstra más calado que nunca.
Su camino por la locura fue acorde al pseudónimo del torneo ya que aniquilaron a UCLA con un tal Jrue Holiday y Darren Collison; a Duke que ganaría el torneo al año siguiente; y a Pittsburgh de Wanamaker. Pero no pudieron hacer nada contra una North Carolina potentísima contra la que no pudieron hacer nada. Caer de forma tan apabullante en la Final Four hizo que Jay Wright decidiese retirarse. No aguantaba más. Ocho temporadas en Villanova y su máximo logo había sido ser vapuleado en la Final Four.
Aquí es donde entra en juego Patricia. Sacó una lista de todas los programas de Division I de la nación, luego le mostró el cuadro del Madness y el ranking final. “¿Crees que es un fracaso ser uno de los cuatro mejores programas de la nación habiendo centenares?
Años después no solamente superó esa barrera si no que ganaría el Campeonato Nacional contra North Carolina en 2016 y repetiría título dos años después contra Michigan.
Un sistema que acabó anticipando el final
El nuevo sistema del Transfer Portal –supuestamente temporal debido al COVID– y el NIL han acabado aborreciendo a Jay Wright. Su sistema de trabajo se ha basado siempre en la construcción lenta de los equipos. Coach Wright no es un simple entrenador. Él mima cada uno de los aspectos que giran alrededor de sus equipos como ese escultor que lima cada ínfima arista que solo él ve pero que hacen a su obra casi perfecta. Así es Jay Wright. Y con este nuevo sistema no puede trabajar con la tranquilidad y seguridad de que va a mantener a sus chicos durante cuatro años.
Jay Wright se echa a un lado en la dirección técnica de los Wildcats y deja tras de sí 520 victorias y 197 derrotas, 2 campeonatos nacionales y 4 Final Fours. Todo esto en 21 temporadas. Si sumamos sus años en Villanova y sus previos en Hofstra, su récord no languidece un ápice. El hermano perdido de George Clooney se retira como entrenador principal tras 28 Years y un récord de 642 victorias y 282 derrotas, 10 campeonatos de conferencia, 7 torneos de conferencia, 18 apariciones en el March Madness con los orgullosos campeonatos de 2016 y 2018.
No es un paso atrás, es un paso al lado
A sus 60 años Jay Wright no va a jubilarse. Lo lógico –o por lo menos para mi– con el dinerito que tiene ahorrado sería coger una autocaravana de esas inmensamente grandes que cruzan la autopista y recorrerse Estados Unidos con su esposa Patricia Reilly. Eso es lo que yo haría. Me pasaría un mínimo de un año recorriendo parques nacionales, pueblitos, pequeños y grandes parques estatales, recorrería cada recobeco del país. Pero nuestro amigo Jay no va a hacer eso. Wright pasa a ser uno de los hombres de confianza del Athletic Director de Villanova. Su idea es ayudar en la recaudación de fondos, asesoramiento al Athletic Director, implicarse en lo referente a la educación –probablemente dentro de los programas deportivos– y otras responsabilidades que él desee.