André y Édouard Michelin son los fundadores de la famosa marca de neumáticos. André además fue el creador de la Guía Michelin en 1900, la cual regalaban con los neumáticos. No fue hasta 1920 cuando empezó a venderse y a incluir los restaurantes. Cada año se renuevan las estrellas que se conceden a cada restaurante de categoría excelente. Y en algunos casos, la pérdida de alguna estrella Michelin ha llegado a provocar el suicidio de su chef. El francés Alain Ducasse es el único chef que actualmente tiene tres estrellas. Pero es que además las tiene en dos de sus restaurantes. Los manjares que preparan esos cocineros son algo sublime y no apto para todos los bolsillos. En el baloncesto son muy pocos los equipos/franquicias/universidades que podrían tener ese status de tres estrellas Michelin. Habría poca discusión con los Celtics de Auerbach y Russell, los Bulls y Lakers de Phil Jackson, los Spurs de Popovich, los Warriors de Kerr y Curry, la UConn femenina de Geno Auriemma o la UCLA de John Wooden. Ahí es donde Kareem forja su leyenda en UCLA.
Kareem forja su leyenda en UCLA
En el artículo anterior de esta serie sobre Lewis/Kareem descubrimos a Jack Donohue, el primer maestro de Kareem. En ese artículo comentamos por encima cómo Donohue filtraba las ofertas de universidades que le iban llegando a Alcindor. Y en el anterior sobre Los tres errores de New York comentábamos que Columbia y St. John´s fueron los finalistas junto con UCLA para la carrera universitaria del futuro Kareem Abdul-Jabbar. Al final Los Angeles fue el destino elegido. Y Kareem forja su leyenda en UCLA.
¿Hubiese sido el mejor jugador universitario de la nación durante tres años seguidos en Columbia o St. John´s? ¿Consideraríamos hoy a Kareem como el mejor o uno de los mejores jugadores universitarios de la historia si no se hubiese ido a los Bruins con Wooden? El What if está ahí y nunca lo sabremos. De la misma forma que si hubiese ido a los Nets, a los Suns, a los Knicks o si se hubiese quedado en Bucks.
New York vs Los Angeles
La excelencia académica
La Universidad de Columbia era Le Louis XV de Alain Ducasse, uno de los pocos restaurantes del mundo con tres estrellas Michelin. Columbia era el paraíso para un joven culto, curioso y neoyorquino como Lewis. A nivel académico era y es una de las mejores universidades del mundo. Como el propio Kareem escribió en 1983: “Columbia pertenecía a la Ivy League y tenía el aura de modernidad, el Miles Davis del mundo educativo”. El sueño de cualquier persona que aspire a vivir de su formación académica es estudiar en cualquiera de esas universidades como Columbia, Harvard, Yale, Princeton, Cornell… De hecho en la actualidad el coste anual del curso académico en Columbia es de $85,352 (viajes no incluidos). El problema es que su programa de baloncesto era muy malo pese a los continuos esfuerzos de mejora.
Los Original Celtics
La otra opción neoyorquina era St. John´s. Académicamente estaba lejísimos del nivel de Columbia –actualmente es la 166 de 443 universidades– aunque a nivel deportivo le suscitaba más interés. El entrenador John Lapchick era un neoyorquino de pura cepa, había jugado para los Originals Celtics y entrenado a los Knicks. Basaba su baloncesto en los fundamentos, la estrategia, un equipo agresivo y flexible, mentalidad ganadora…
Conocía a algunos chavales del equipo por haber jugado con ellos. Igual que con Columbia –por ser universidades de New York– y debido a sus excelentes resultados académicos le iban a dar una beca de 256 dólares mensuales para gastos propios. El entrenador Lapchick le había transmitido muy buenas sensaciones y no veía en él un alma de buitre carroñero en busca de la nueva gema del baloncesto.
Pero había un gran inconveniente en el Adn de St. John´s. Era una universidad católica –vicenciana para más detalles– y Lewis ya estaba cansado de tanto catolicismo en casa y en el instituto. Su identidad religiosa estaba en un proceso de cambio. Y, aunque la identidad social y de ayuda a los más necesitados de la congregación vicenciana le llamaba, no quería saber nada más del catolicismo.
Lo que acabó por descartar la opción de St. John´s fue que Lapchick optó por jubilarse y la única motivación de Lewis se esfumó.
La opción de seguir con Donohue
Jack Donohue consiguió, gracias a haber formado a Lewis, un puesto como entrenador principal en la Holy Cross. La universidad afincada en Massachusetts de donde salieron leyendas como Bob Cousy y Tom Heinsohn nombró a Donohue entrenador. No es descartable que los Crusaders lo hiciesen con la intención de que Donohue se llevase a Alcindor de la mano. Pero nuestro amigo Lew estaba –como comentamos en Jack Donohue, el primer maestro de Kareem– deseando separarse de su entrenador del instituto por ese desafortunado incidente en el vestuario. Además el día que Alcindor y Donohue visitaron el campus, el ínfimo porcentaje de posibilidades se volatilizó. Por el campus vio a unos pocos estudiantes negros. Y uno de los estudiantes que fue asignado como guía de Lewis le recomendó en secreto que ni se le ocurriese irse a esa universidad, que estaría aislado y muy a disgusto.
Kareem forja su leyenda en UCLA
Los inviernos en New York son duros. Pero en el sur de California lo normal es que ronde los 10-20 grados durante el día. Aunque las Cordilleras Transversales que tan bonita imagen dejan al fondo del skyline de Los Angeles superan los 3000 metros de altura, la ciudad goza de una temperatura muy buena durante todo el año.
Y en el primer paseo de Lewis por el campus hasta las aulas, descubrió que podría ir caminando todos los días sobre la hierba fresca, en pantalones cortos y con muchos más atractivos que en su adorada New York.
Le asignaron a Edgar Lacey –importante jugador de los Bruins campeones en 1965 liderados por un futuro compañero de Kareem en Lakers como Gail Goodrich– para que le enseñara el campus. Alcindor se quedó impresionado (recordemos que es 1965) que los chicos negros saliesen por su cuenta, que no hubiese incidentes entre blancos y negros. Y la motivación de jugar en un equipo campeón, era un incentivo que superaba los 256 dólares mensuales por jugar en New York.
John Wooden se cruza en su vida
Cuando Lewis conoció a John Wooden acababan de ganar su segundo título nacional consecutivo. Vivía en Los Angeles y entrenaba en un programa relevante. Pero Wooden tenía un despacho diminuto al nivel de un almacén de escobas. Un señor de 55 años con el pelo canoso, con unas gafas de pasta gorda, vestido en mangas de camisa y con la chaqueta colgada en un gancho de la puerta. Ese señor no parecía querer aparentar como los anteriores entrenadores que había visitado. El carácter midwest de Wooden y su marcado acento de Indiana pese a que llevaba ya casi veinte años en Los Angeles, le transmitieron la sensación de estar ante un maestro de escuela rural.
Primero se quedó impresionado por la tranquilidad de Wooden y su inexistente intención de intentar impresionar a Alcindor. Y después se enamoró de cómo se dirigió a él. Le llamó Lewis. No le llamó Lew, ni Lewie, ni chico, ni chaval. Hizo referencia a la importancia de las notas y que si sus resultados académicos no eran buenos, no jugaría. Pero también le dijo que en su caso ese no sería un problema porque sabía de sobra lo excelente estudiante que era. Igualmente insistió en que no quería indisciplina en sus estudiantes-atletas, pero también le dijo que sabía que él no era un chico conflictivo. Le exigió puntualidad y esfuerzo en los entrenamientos. No estaba intentando embaucarle ni conquistarle. Le estaba hablando de igual a igual.
Wooden, un hombre más que un entrenador
John Wooden era una persona culta, afectuosa y preocupada por sus chicos. Wooden irradiaba baloncesto por todos los costados. Incluso antes de empezar el curso, la universidad le consiguió un trabajo en la Columbia Pictures de New York. Un trabajo no demasiado exigente ni que le haría rico. Pero se ganaba 125 dólares a la semana que fue ahorrando para ir tirando sin tener que pedir nada a sus padres y para tener un fondo en Los Angeles.
Aprendiendo a ser jugador de baloncesto
En el Power Memorial los entrenamientos eran muy básicos y no requerían de demasiada exigencia para Lewis. Pero en UCLA era agotador. Al fin y al cabo y por mucho talento que tuviesen en los Bruins, no se consiguen 10 campeonatos nacionales en 12 temporadas sin esfuerzo.
Es interesante recordar que –salvo la excepción durante la Guerra de Corea– los jugadores freshman solamente entrenaban. Los chicos de primer año ni viajaban con el equipo –salvo que hagas como el conductor del autobús de The Immortal ten de Baylor– y su tarea era aprender fundamentos y prepararse físicamente. Si las informaciones son correctas, esta norma se cambió en 1972. Por lo tanto Lewis Alcindor y sus compañeros de primer año entrenaban en un lado del pabellón con Gary Cunningham, un asistente de John Wooden. Los entrenamientos eran durísimos y totalmente encorsetados. Wooden planificaba sesiones estrictas, rotatorias y cronometradas: dos minutos de bandejas, cinco de manejo de balón, ejercicios de velocidad de pies, manejo en contraataque, versatilidad de posiciones…
Lewis tenía además una serie de ejercicios extra centrados en el rebote. Tenía que estar reboteando incansablemente a ambos lados del aro para mejorar la lateralidad. También le fue marcando la altura que iba alcanzando en el salto vertical.
Esa primera temporada fue durísima y Alcindor siempre se sentía cansado. Aunque esa preparación física y técnica, sumado a la mentalidad de trabajo y mejora de Lewis, lo convirtieron en el mejor jugador del mundo.
Kareem forja su leyenda en UCLA desde que empieza a jugar
Todos recordamos los increíbles Fab Five de Michigan. Un quinteto íntegramente formado por freshmen que llegaron a la Final del Madness contra la todopoderosa Duke de Coach K y Christian Laettner.
Pues la temporada 1966/1967 de UCLA fue algo parecido salvo por la normativa de la época. Por temas de lesiones, los Bruins tuvieron que jugar toda la temporada con cuatro sophomore y un junior. Es decir, tuvieron que jugar con cuatro jugadores de segundo año y uno de tercer año. Como he explicado anteriormente, en realidad es como si jugaran con cuatro novatos y un chico de segundo año.
Acabaron la temporada invictos y alzándose con el campeonato nacional. El estilo era sencillo y muy conocido por Alcindor. Correr con el balón, defender bien, lanzar tiros fáciles y ser superiores físicamente.
John Wooden, a diferencia de Jack Donohue, trataba a todos los chicos por igual. Wooden no hacía diferencias ni por calidad del jugador ni por su color de piel. A todos los respetaba por igual y a todos los corregía y animaba cuando hacían algo mal o dudaban.
Una técnica que desesperaba a Lewis –hasta que comprendió la utilidad de la misma– era que Coach Wooden se subía a la última fila del pabellón para ver el desempeño del equipo lo más panorámico posible. El clásico “que los árboles no te impidan ver el bosque”.
Y Lewis Alcindor se hizo leyenda
Durante las tres temporadas que Lewis jugó con los Bruins fue el jugador más dominante de la NCAA sin discusión. Aunque Elvin Hayes privó a Lewis Alcindor de algún premio individual importante a nivel nacional en el año junior de Lew, los Bruins y Alcindor eran lo más parecido a los Celtics y Russell que se podía ver fuera de la NBA.
Kareem forja su leyenda en UCLA gracias a sus aptitudes innatas para este deporte. Pero el joven Alcindor era un trabajador incansable y vio en John Wooden el mentor técnico, táctico e intelectual que no terminó de ver en Donohue.
La relación de Kareem y Wooden es espectacular y el propio Kareem escribió un libro exclusivo de esta relación. Una obra recomendable para todo el mundo. Porque aunque Kareem no existiría sin Jack Donohue, quien realmente construyó a la leyenda fue Coach Wooden.