El 16 de mayo de 1929 el Hollywood Roosevelt Hotel acogió la primera edición de los Premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, lo que a mediados de los años 30 se empezó a llamar los “Premios Óscar”. Durante más de 90 ediciones la Academia ha galardonado ininterrumpidamente a las mejores películas, directores, actrices, actores, guionistas…En la que muchos creadores y directores han rozado el pleno y solamente El Retorno del Rey alcanzó la soñada cifra de 11 premios de 11 nominaciones. Pero ha habido muchos maestros al borde de la perfección. Sobre todo si nos referimos a las grandes categorías o a las categorías más prestigiosas.
En el Seis Naciones de rugby, en tenis, en Fórmula 1, en golf y en baseball este pleno se conoce como el Grand Slam. En los Oscar se utiliza más el término de Big Five para referirse a: película, dirección, actor, actriz y guión. Todas estas categorías, además de ser las más importantes y codiciadas, han estado presente desde el nacimiento de los Premios de la Academia.
Si hiciéramos la comparación con la NBA, este Big Five o este Grand Slam tendría que incluir: Anillo, MVP, MVP Finals, COY e incluso podríamos meter el ROY. Pues en este artículo vamos a indagar en los directores que rozaron la perfección, en los equipos que consiguieron el Big Four o el Grand Slam en una misma temporada.
El Oscar de Larry O’Brien
Cuando una película resulta galardonada con el Oscar a mejor película, son los productores los que recogen el premio y los que se llevan los méritos de cara a los archivos. Un productor, a grandes rasgos, es el encargado de todos los aspectos técnicos desde financiar o buscar financiación para el proyecto hasta coordinar a todo el personal técnico. Si extrapolamos esta función a las franquicias de la NBA, tenemos muy claro que el general manager o el presidente de operaciones son las figuras con funciones más similares a las de los productores de cine.
En el caso del Oscar a la mejor dirección el galardón pretende reconocer la parte más artística del creador. Limitar la función del director a un simple grabador es como decir que sabes cocinar lasaña porque compras una congelada y la metes en el microondas. El director de cine es el head coach de una película. Supervisa el guión (cuando no es él mismo quien lo escribe), estudia los posibles planos, transmite las instrucciones a los actores, crea su “playbook”… Los entrenadores principales y los directores de cine no siempre buscan ser unos maestros al borde de la perfección aunque a veces rocen esa perfección.
Hemos visto una cantidad ingente de entrenadores que, con plantillas astronómicas, no fueron capaces de sacar lo mejor de sus jugadores. El tiempo nos ha demostrado que una mente brillante no siempre es un gran gestor humano y que un gran gestor humano no cuenta con los recursos tácticos suficientes para desarrollar un juego óptimo que lleve al equipo a alcanzar las cotas más altas.
Precisamente solamente tres entrenadores fueron capaces de ganar el Coach of the Year la misma temporada en que consiguieron el anillo y en sus filas contaba con el MVP y el MVP de las finales. De la misma forma que solamente tres películas han podido ganar el Big Five de los Oscar.
Sucedió una noche
En 1935 la Academia premió a Sucedió una noche con los cinco grandes premios. La propia película, Frank Capra en la dirección, Clark Gable y Claudette Colbert en la interpretación y Robert Riskin como guionista.
Los maestros al borde de la perfección rozan esa perfección precisamente cuando menos se lo esperan. Frank Capra declaró que nunca pensó que ganarían ni un solo Oscar porque Columbia no tenía peso ninguno en las votaciones. Además él mismo no considera esta película como su zénit artístico. Mismamente los humanos corrientes podemos quedarnos con ¡Qué bello es vivir! antes que con Sucedió una noche.
La ciudad que nunca duerme conquistó su primer anillo en el Madison Square Garden una noche de 1970. En el caso de esas finales, los maestros al borde de la perfección parecían estar del otro lado. Los Lakers, además del lujo y el oropel angelino, lucía con Wilt Chamberlain, Jerry West o Elgin Baylor. No voy a dedicar demasiado tiempo ya que tenemos un artículo maravilloso que Jacobo ha escrito recientemente para los patrones.
Lo más relevante de esta temporada de los Knicks es que fueron la primera franquicia que consiguió pleno, haciéndose con el anillo, Willis Reed se llevó el MVP de la temporada y de las Finales y Red Holzman terminó la temporada como el entrenador del año. El único gran premio que se les escapó es del novato del año que recaló en Milwaukee. El rookie fue para la leyenda Kareem Abdul-Jabbar (Lew Alcindor por entonces). No olvidemos que Kareem es neoyorquino y que estuvo a punto de acabar en los New York Nets de la ABA. Así que casi podemos darle ese premio también a New York.
Alguien voló sobre el nido del cuco
Precisamente el año en que Kareem fue nombrado MVP por cuarta vez, la Academia vuelve a otorgar todos los premios importantes a una sola película. En 1976 Alguién voló sobre el nido del cuco ganó el Oscar a mejor película, mejor guión, Milos Forman lo propio en la dirección mientras que Jack Nicholson y Louise Fletcher fueron los agraciados por sus brillantes interpretaciones. Alguien voló sobre el nido del cuco junta a dos personajes que admiro muchísimo por su labor profesional.
Milos Forman y Jack Nicholson son unos maestros al borde de la perfección en la mayoría de sus trabajos. El argumento de la película versa alrededor de un hospital psiquiátrico en el que una enfermera domina a los enfermos con puño de hierro. Todo está bajo su absoluto control hasta que llega el personaje de Nicholson para ponerlo todo en duda y contrarrestar la locura en medio de la locura.
Veinte años después de que Hollywood elevase al Olimpo la película de Milos Forman, los Bulls comenzaban el camino hacia su segundo three-peat. Los Bulls ganaron el anillo de 1996 culminando una temporada casi perfecta con solo diez derrotas en la que Jordan ganó ambos MVP y Phil Jackson el Coach of the Year.
El personaje de Louise Fletcher, la enfermera, es más psicópata que la mayoría de los internos y sus formas son muy poco ortodoxas. Si hemos aprendido algo durante la pandemia es que Michael Jordan era un psicópata rencoroso y que no era el mejor compañero del mundo.
El carácter de Milos Forman y su forma de ver la vida, debido a su terrible infancia alterada por la invasión Nazi y por la muerte de sus padres en Auschwitz y en Buchenwald, podría ser parcialmente comparable a la de Phil Jackson. Desde luego que hay que tener un gran talante para soportar la fortísima personalidad de Jack Nicholson, de la misma forma que tuvo que lidiar Phil Jackson con Jordan y Rodman.
El Silencio de los Corderos
Si el Grand Slam de Alguien voló sobre el nido del cuco fue muy similar al casi pleno de los Bulls de la temporada casi perfecta, tenemos que remontarnos al primer anillo de esos Bulls. En 1991, cuando los Bulls empezaban a creerse que por fín conseguirían su primer título de la NBA, se estrenó una película que estremecería a más de uno. El silencio de los corderos es una adaptación de una novela homónima en la que una joven agente del FBI intenta descubrir a un asesino en serie. Para ello se apoyan en otro asesino en serie que, además es psiquiatra y caníbal.
La brillante interpretación de Anthony Hopkins como Hannibal Lecter y de Jodie Foster como Clarice dotaron a ambos de la estatuilla dorada. Por su parte, Ted Tally ganó el Oscar por la adaptación de la novela y Jonathan Demme lo propio por su dirección. Lógicamente El silencio de los corderos fue la mejor película para la Academia por delante de La bella y la bestia y El príncipe de las mareas.
No es que quiera llamar caníbal al dócil Tim Duncan, ni considero que Clarice fuese una mezcla entre Bowen, Robinson, Parker y Ginóbili. Y ni mucho menos comparar al gran Gregg Popovich con Jonathan Demme. Popovich consiguió algo impresionante como es mantener una dinastía de cinco anillos en quince años. Mientras que Demme nos impresionó con El Silencio de los Corderos y nos emocionó con Philadelphia.
Aunque al igual que la película de Demme y su Grand Slam, los Spurs del 2003 consiguieron su segundo anillo en la misma temporada en la que Gregg Popovich fue galardonado con el premio de Entrenador del año y Tim Duncan hizo lo propio con el MVP y el MVP de las finales. A estos Spurs, que para mi gusto no son ni de lejos el mejor de la dinastía, solamente les faltó ganar el ROY. En otros anillos fueron absolutos maestros al borde de la perfección del baloncesto.
(Casi) Maestros al borde de la perfección
Precisamente una de las obras maestras de Gregg Popovich son los Spurs campeones de 2014. Esa temporada se hicieron con el anillo en unas finales en las que Kawhi fue nombrado MVP de las finales que arrebataron al Big Three de Lebron-Wade-Bosh. Además del anillo y del MVP de las finales, Gregg Popovich fue nombrado entrenador del año. Lo único que se les escapó fue el MVP de la temporada regular, que se lo llevó Kevin Durant.
Otros que casi hacen pleno fueron los Lakers de 1972. Los angelinos ganaron su sexto título ante los Knicks, que se vengarían de los angelinos al año siguiente. Pero en la temporada 1971/1972, los Lakers conquistaron el anillo, Bill Sharman fue nombrado entrenador del año y Wilt Chamberlain MVP de las finales. El MVP de la temporada regular fue para Kareem. Recordemos que Abdul-Jabbar venía de ganar el anillo para Milwaukee y aún se quedaría en Bucks cuatro temporadas más tras conquistar el título. Podemos darle medio punto a esos Lakers porque al final contarían con Kareem en sus filas, pero ese año no.
Ganarlo todo nunca ha sido posible
Podemos pensar que equipos tan arrolladores como los Celtics de Russell y Auerbach no dejaban cadáveres a su paso habiendo ganado once anillos en 12 años. O que los equipos de Chamberlain tenían que acaparar todos los premios y récords. Podríamos pensar que en los noventa solamente existieron los Bulls de Jordan y que el resto eran simples marionetas. O que los Warriors de Curry, Klay y Durant se merecían un MVP para cada uno.
Pero al fin y al cabo, nos damos cuenta que ganar no es fácil, que solamente hay un anillo cada temporada y que hay veintinueve equipos que se quedan en la sombra. Al fin y al cabo son más de 450 jugadores los que compiten en una temporada NBA por llevar a su franquicia al zénit, que es levantar el Larry O’Brien y, si es posible conseguir un premio individual.
En todas estas temporadas señaladas en este artículo hay plantillas de quince jugadores, un equipo técnico liderado por un entrenador principal y un plantel de ejecutivos. Pocas veces se pone en valor del entrenador y de su equipo. Estos entrenadores son los verdaderos maestros responsables de llevarlos al borde de la perfección.
Desde que se entrega el Coach of the Year en 1963, solamente ha habido tres entrenadores que han ganado tres premios: Don Nelson, Pat Riley y Gregg Popovich. Ellos son los verdaderos maestros al borde de la perfección.