La Ruleta Rusa de Penny Hardaway

            El mes de octubre podía haber sido letal para Penny Hardaway, el entrenador del equipo de baloncesto de la universidad de Memphis. Ocupando, a priori, uno de los asientos más calientes de los banquillos universitarios de cara a la próxima temporada, su puesto no solamente dependía de los resultados obtenidos por el equipo, sino también de la sentencia de la investigación acerca del caso Wiseman, que se remonta tres años atrás. Una moneda al aire que salió cara. Un tiro al azar que, afortunadamente para Hardaway, terminó en gatillazo. No había bala en el cargador, al menos esta vez.

            Por suerte para él, lo que podía haber terminado en catástrofe, acabó siendo un simple mal recuerdo. En primer lugar, quedó totalmente absuelto de las acusaciones que se le imputaban por mala praxis en el reclutamiento de Wiseman. Hay que recordar que, en su momento, Hardaway ayudó económicamente a la familia del jugador, lo cual va claramente contra las normas de funcionamiento de la NCAA. Los abogados del entrenador, en una magistral demostración de cómo se pueden presentar argumentos a favor y en contra de casi todo, alegaron que “Penny” viene desarrollando una labor filantrópica en el área de influencia de la universidad desde hace tiempo (lo cual, dicho sea de paso, es cierto) y que esta acción no tenía ningún otro propósito escondido más allá de paliar las dificultades económicas de una familia cuyo hijo, ¡oh, fruto del azar!, se encontraba entre los jugadores destacados de instituto y era uno de los reclutas más deseados de su generación. Argumento irrefutable. Sospechas de lo contrario puede haber todas las que se quiera, pero… ¿Quién es capaz de demostrarlo? Ante la falta de pruebas el juez no tenía otra opción más que desestimar la acusación. Y afrontar la siguiente cuestión pendiente.

            Esta consistía en el hecho de que James Wiseman fue alineado en varios partidos tras dictaminarse una sanción por parte de la NCAA que le impedía disputarlos. Eso no fue obstáculo para su entrenador quien hizo jugar al chico en, al menos, dos encuentros tras el comunicado de que no podía hacerlo. En este tema, sin dudas, los abogados no lo tendrían nada sencillo, pero la creatividad de los leguleyos es infinita y, dado que tampoco tienen demasiado que perder ante una acusación aparentemente indefendible, había que arriesgar con un argumento tan simple como sorprendente: Hardaway, cuando da inicio la temporada, se dedica exclusivamente a cuestiones deportivas. Está tan metido en su labor como entrenador, trabaja tanto por desarrollar el potencial de sus jugadores, se concentra de manera absoluta en trabajar con ellos los sistemas y las dinámicas del equipo, que no presta atención a ningún otro tema que pueda distraerle de su principal objetivo: ayudar a los chicos a crecer, evolucionar su juego y mejorar lo máximo posible como para garantizarles un futuro profesional que les permita vivir de manera solvente. Por tanto, no sabía que Wiseman había sido sancionado y que no podía jugar. Y el juez se lo tragó…

            Quedaban otras dos acusaciones, pero no merece la pena analizar aquí nada más de todo esto. Las resoluciones son las que son y todo ha quedado en una anécdota, en una investigación de la cual Hardaway ha quedado impune. Pero sí es cierto que dichas resoluciones pueden tener repercusión en el futuro inmediato de otras universidades que también se encuentran en estos momentos bajo investigación y que están esperando que su caso se resuelva en breve. Nada menos que Kansas, la vigente campeona, LSU y Louisville tienen causas pendientes a la espera de que se dicte sentencia. ¿Pesará lo sucedido con Memphis? ¿Podrán los abogados de estas universidades utilizar estas sentencias como argumento a su favor? El mundo judicial y legislativo es complejo, pero también apasionante y polémico. Habrá que estar muy atentos para ver qué sucede a partir de este momento.

            Pero por si la felicidad y el alivio de “Penny” Hardaway no eran ya completos, los responsables de la universidad tuvieron a bien premiarle con una extensión de su actual contrato, que finalizaba en 2024. El nuevo acuerdo se extiende cuatro años más, hasta 2028, por un total de dieciséis millones y medio de dólares más incentivos. Así pues, la temporada que está a punto de comenzar se presenta mucho más tranquila para Hardaway. Parece que podrá afrontarla sin la presión de conseguir grandes resultados, con la tranquilidad que da saber que tu puesto, aparentemente, no está en entredicho. Otra bala que ha podido esquivar sin rasguño alguno.

            De todos modos, ya sabemos que en el mundo del deporte, la tranquilidad es efímera y se pasa de héroe a villano en cuestión de segundos. Basta una acción desafortunada, o una sentencia desfavorable, para que el viento pase de soplar a favor a ponerse totalmente en contra. Es peligroso jugar con fuego, porque al final puedes terminar quemándote. Y, cuando juegas a la ruleta rusa, es más que posible que alguna vez dispares el tiro que tenía la bala…

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