MVPete: Una leyenda ACB

En el presente podcast de Massive Ball rendimos tributo a uno de los mejores americanos que han pasado por nuestro campeonato

Todo es una cuestión de miradas. Han pasado años desde que vino al mundo en Rock Island, así que esta situación excepcional en el Palau Sant Jordi es novedosa para él. Avanza Kobe Bryant, uno de los mejores jugadores de planeta, MVP y símbolo de Los Ángeles Lakers, flamantes campeones de la NBA. Todo el mundo sabe que «Black Mamba» tiene molestias físicas y poco rodaje de pretemporada, pero ha convencido a su entrenador para estar en pista más minutos de los previstos. El genial escolta es consciente de que esta exhibición en Barcelona es importante para su compañero de armas, Pau Gasol, quien vuelve a visitar a su ex equipo con dos anillos bajo el brazo. Pete Mickeal una leyenda ACB

Pete Mickeal no se altera. Lleva días preparando esta gran velada. Defiende la elástica blaugrana, flamante vencedora de la Final Four de París hacía muy poco. Escucha el trash talking de Bryant, quien no se ha ganado el apodo de la mítica protagonista de «Kill Bill» por casualidad. Entiende su inglés de playgrounf perfectamente. «Este partido puede abrirte las puertas de la NBA». Una daga a su carrera, la espina que un ganador compulsivo como Mickeal lleva econdida en su armadura desde que fuera seleccionado por las Dallas Mavericks. Lesiones, falta de oportunidades y un aproximamiento más que serio a los Houston Rockets que no fructifica son escaso botín para su ambición frustrada. Lentamente responde, con parsimonia, usando la firmeza de su mirada y evitando que los árbitros puedan sancionarle con una técnica. «Jugégate un millón de dólares en un uno contra uno» le replica y vuelve al parqué, concentrado en este partido tan especial que se disputó en octubre de 2010.

Sin importar el nivel de leyenda al que se ha medido, es únicamente una batalla más. Lleva varias esa jornada, nada más producirse el salto inicial se las ha tenido tiesas con Ron Artes. El feroz defensor había lanzado la primera flecha en rueda de prensa: «¿Pete Who?». Si el antiguo jugador de los Indiana Pacers no le conocía previamente, el alero culé se encargará de permanecer en su retina: 26 puntos, 13 rebotes y 7 asistencias frente a 17.000 espectadores. Gana el Barça. No hay amistosos cuando se tiene la personalidad del protagonista de nuestro podcast retro de hoy en Massive Ball. Eso sí, antes de las noches de gloria hubo muchos periplos de sinsabores.

Universidad

No muchos fans de la ACB lo saben. Tradicionalmente, le historia de Pete Mickeal en España arranca en el Leche Río Beogán. Sin embargo, tiempo atrás, aquel alero con excelentes fundamentos defensivos y espíritu de equipo visitó la Península Ibérica luciendo la camiseta del combinado nacional estadounidense. Corría el verano de 1999. En Palma de Mallorca, como recordó en un lúcido artículo Jesús Morales, las miradas se iban hacia jóvenes como Kenyon Martin o Michael Redd, entre otros precoces talentos que harían ruido en el mejor campeonato del mundo.

De cualquier modo, aquel muchacho callado se hizo querer por el staff técnico y el resto de la plantilla. Hablaba poco, pero cuando lo hacía era una voz a escuchar en el vestuario. Su aportación en el poste bajo era diabólica por el físico que tenía su condición de zurdo. No abusaba de su buena muñeca exterior y miraba por el interés común. Sus días como alero en Cincinnati no le valieron la ansiada franquicia NBA, aunque nunca tuvo problemas en hacer las maletas y viajar a cualquier rincón del mundo para practicar su pasión. Desde Filipinas a España, pasando por Argentina. Pocos titubeos para alguien cuyo hermano estuvo en la cárcel, sus padres se divorciaron siendo él muy joven y su mejor amigo (además de primo por parentesco) se suicidió. Nada podía asustarle en una cancha, además de que sabía transmitirlo.

Por aquel entonces ya se hacía acompañar por David Watts. Amigos desde los días de instituto, era la voz a la que escuchó cuando el fantasma de la depresión o las malas decisiones vinieron a visitarle. Cuando dio el salto a profesional, también sería su agente y «coach» personal. Daban igual los mazazos o las dudas que tuvieran algunos vaticinios médicos que incluso hablaban de posible cojera perenne si forzaba en exceso. Volvería a las canastas españolas y dejaría una huella imborrable.

The King in The North

Pocas directivas han tenido el olfato para los fichajes extranjeros que el exhibido por el Tau Cerámica a comienzos del siglo XXI. Los informes baskonistas hablaban maravillas de aquel norteamericano que había fichado por el Leche Río Breogán: 35 puntos, 9 rebotes y 4 tapones. Esa fue su tarjeta de presentación aquella campaña 2005/06 cuando se midió a una de las mejores plantillas de la ACB. Eso sí, los gallegos perdieron por apenas tres puntos. Una buena metáfora de su debut en nuestro país. Grandes números, pero abundantes derrotas y descensos. ¿Era un individualista que no podría triunfar en un candidato al título?

La respuesta resultó contundente y salvaje. Desde entonces, la memoria vitoriana puede jugar malas pasadas. La andadura del guerrero de Rock Island fue intensa, aunque efímera. Igual que su posterior (y ganadora) etapa blaugrana. Aquel poderoso norteamericano exhibió clase, malas pulgas y títulos en un espejismo que quisimos hubiera durado más. La final ACB 2007/08 sería la tarjeta de presentación que convenció a Xavi Pascual, su víctima aquella serie con sus maniobras en la pintura culé. MVP y todo listo para que terminase erigido en uno de los ídolos del Palaul, no sin antes protagonizar otra velada gloriosa para la escuadra del norte: aquella canasta ganadora frente a Unicaja en la Copa del Rey de 2009, uno de los mejores partidos de siempre. Aíto García Reneses y su pizarra obraron milagros, aunque era imposible frenar a un tipo que celebró su cumpleaño con otro trofeo, además de bloquenando al gran Berni Rodríguez. Imposible ejercer más dominio en los segundos decisivos de la prórroga.

Uno di noi

Romance a primera vista. Acostumbrados a talentos descomunales como Juan Carlos Navarro o finos tiradores del calibre de Gianluca Basile, quizás el Barcelona de Xavi Pascual precisaba justamente de eso: un líder guerrillero que llevase en volandas al resto cuando los vientos soplasen desfavorablemente. Con aquella mirada gélida, Pete Mickeal cambió el rumbo de una final ACB que los suyos tenían perdida frente al Real Madrid. Lorbek fue designado justamente el MVP aquel verano de 2012, pero Carlos Suárez, Pablo Laso y todo la escuadra madridista rememorían cómo fue el estadounidense quien resucitó a todos sus compañeros para un cuarto partido donde salvaron el match ball en la capital española.

De hecho, casi podría usarse al alero como la metáfora de un cambio de ciclo. La presencia de Pete Mickeal puede que retrasase unos torneos el inexorable avance de un Madrid joven y dispuesto a reverdecer laurales. Para alguien con tantos momentos memorables en las canchas, no hay duda de que el mejor partido en la historia de la ACB fueron aquellos cuartos de final donde el Barcelona batió a los blancos tras prórroga: 111-108. Pese a llegar octavos en fase regular, Pete Mickeal se las ingenió para ser el MVP de aquella Copa del Rey (2013) tras épicos triunfos ante Baskonia y Valencia Basket.

Su estampa machacando a dos manos en la Euroliga ganada al Olympiacos (2010) parecía una promesa de que el proyecto de Xavi Pascual seguiría gozando de excelente salud. Nadie podía imaginar que apenas quedaban un par de año para un terrible diagnóstico y la única llamada que «MVPete» (el mote que le dio la revista Gigantes del Basket le dio y a él le encantaba) temió hacer: comunicar a su prometida que su salud estaba en riesgo. Y quizás no volvería a jugar. LA HABITACIÓN ROJA

Lindas batallas

Andrés Nocioni no solía hacer prisioneros en la pista. Tampoco Pete Mickeal. Sin embargo, aquel tweet rezumó ternura: «¡Qué lindas batallas!». En muchos sentidos, el ala-pívot argentino iba a extrañar a otro miembro de su casta de jugadores de carácter. Es más, habida cuenta de cierto coqueteo de Pablo Laso hacia el antiguo símbolo culé cuando se especuló con su vuelta, cuesta poco imaginar que el estadounidense no hubiera podido tener un papel similar, veterano de lujo, en la primera Euroliga de la era Laso.

Lo intentó en Murcia. Ganó la renovación en tierras argentinas. Pete Mickeal quería jugar por méritos propios. Xavi Pascual admitió que fue una de las conversaciones más duras de su vida cuando le dijo que no contaba con él para el proyecto deportivo. «Es insustituible» afirmó un técnico que siempre hacía primar el bloque. Jugadores como Jasikevicius afirmaron que la Final de Four de 2013 jamás se hubiera perdido con el de Rock Island. No era bravuconería, simplemente, sabían lo que aportaba su mera presencia.

Para alguien como él, resultaba extraño estar acompañado por su hijo mientras veían los partidos del Barcelona por televisión. Casi quería traspasar la pantalla y decirles a sus amigos dónde colocarse a por un rebote. Afortunadamente, los problemas de salud, concretamente los pulmonares, no impidieron que el gran general encontrase nuevos campos de batalla. Una agencia de jugadores donde, MVPete, sigue queriendo marcar la diferencia. Igual que cuando estaba en pista. Por supuesto, cuando los héroes de la segunda Euroliga blaugrana fueron ovacionados por motivo del aniversaro, todo el Palau era consciente de cuál era la ovación más anhelada de la noche.