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EL PORTAL DE TRANSFERS: UN POLÉMICO MERCADO

Abrazado al trofeo de campeón nacional recién conquistado, los recuerdos se le agolpan en la cabeza. La mayoría de ellos son buenos, pero también le vienen a la mente las dificultades que ha tenido que superar. O las lesiones que mermaron su rendimiento durante esta última temporada. Y, sobre todo, la decisión más complicada de su vida como baloncestista Esa que tuvo que tomar cuando, tras graduarse después de cuatro años maravillosos jugando en Arizona State, decide aprovechar la oportunidad que le brinda la NCAA como consecuencia del parón por la pandemia para prolongar una temporada más su periplo universitario… pero determina hacerlo en otro sitio, en una universidad diferente que le permita aspirar a cotas mayores. Portal Transfer NCAA.

Así fue cómo se gestó la llegada de Remy Martin a Kansas. Un base brillante que en su última temporada en los Sun Devils promedió nada menos que 19’1 puntos, 2’8 rebotes y 3’7 asistencias en una conferencia tan potente como la Pac-12. Sin embargo, él sabía que, en el caso de prolongar su estancia en Arizona State, sus aspiraciones se reducirían a los diferentes reconocimientos individuales que, anualmente, otorga cada conferencia. A nivel colectivo, sin embargo, sería imposible conquistar nada importante. Emocionalmente fue una decisión muy difícil. Deportivamente, no había dudas. Lo mejor era inscribirse en el portal de transfers, escuchar ofertas y elegir la opción más conveniente.

El caso de Remy Martin no es, ni mucho menos, el único, aunque sí puede que sea el más llamativo y exitoso de todos los que se han dado recientemente. Son muchos, cada vez más, los jugadores que optan por cambiar de universidad en algún momento de su carrera, para lo que disponen de esta posibilidad. De hecho, desde el mismo momento en que terminó la temporada 21-22, el goteo de nombres que se está inscribiendo en el portal de transfers es continuo e incesante, con un evidente afán de mejora común en todos ellos. En algunos casos, simplemente ansían más minutos en cancha; otros desean tener una mayor presencia mediática; algunos deciden cambiar de aires porque no han encajado en el programa, por el motivo que sea… Lo cierto es que en los últimos años, principalmente como consecuencia de las medidas tomadas por la NCAA tras la pandemia, ha aumentado exponencialmente el número de jugadores que solicitan el transfer. Hace apenas un lustro, como norma general, cualquier atleta que cambiaba de universidad debía quedarse una temporada completa sin poder jugar. Tenía permiso para entrenar con sus compañeros, para convivir en el vestuario, asistir a las charlas técnicas y a las sesiones de vídeo, pero no podía competir en los encuentros. Eran lo que se conocía como “red shirt, y causaba muchas reticencias a la hora de tomar esta decisión, ya que ello implicaba que los jugadores pasarían un año de adaptación a su nueva universidad, retrasando también su posterior salto al profesionalismo. Cabía la posibilidad de que la organización otorgara a algunos de estos jugadores un “waiver”, un permiso especial para que evitaran ese año sin competir, pero se trataba de casos excepcionales. Hoy en día estos conceptos corren un serio peligro de quedar obsoletos.

La actual relajación de estas medidas complica mucho la labor de los entrenadores y sus equipos técnicos, que no solamente han de dedicar un gran esfuerzo al reclutamiento de jugadores de instituto, sino que también deben hacerlo para mantenerles en plantilla tras cada una de las temporadas. La gestión del vestuario, el reparto de minutos y roles son decisiones siempre complejas que, con la amenaza que supone el portal de transfer, se convierte en un aspecto crítico y muy delicado para cualquier programa.

Para los aficionados al baloncesto universitario presenta una curiosa dualidad. Los más puristas se muestran muy críticos con esta tendencia, ya que dificulta la continuidad en muchos programas y beneficia mayormente a las universidades más potentes. Por ejemplo, los jugadores que más destacan en mid-majors optan por buscar mercados mayores, desvirtuando el espíritu tradicional de la competición. El cambio de normativa en la NCAA para permitir a los jugadores que cobren por sus derechos NIL también acentúa esta situación, ya que hay programas que, indirectamente, disponen de mayores recursos y posibilidades para ofrecer a sus pretendidos estudiantes.

Para otros seguidores, no obstante, esto es un atractivo más con el que entretenerse cuando termina la competición. Este año, sin ir más lejos, nos encontramos con nombres tan atractivos como los de Kenneth Lofton, Al-Amir Dawes, Noah Locke, Justin Ahrens, Johni Broone, Omar Payne, Landers Nolley, Courtney Ramey, Earl Timberlake o Andre Curbelo, por citar solamente a algunos de los muchos que ya se han inscrito en el portal. Conocer qué equipos han mostrado interés por ellos, especular con cuál sería su mejor destino y conocer su decisión se ha convertido en una diversión más con la que ocupar la post temporada.

Lo cierto es que, nos guste más o nos guste menos, actualmente es una parte muy importante de la competición que, a nivel particular, me genera dos grandes dudas. ¿Seguirá esto siendo así de ahora en adelante o volverán los antiguos usos y costumbres? Y la más importante y actual, ¿habrá un nuevo Remy Martin esta próxima temporada que se corone campeón tras cambiar de universidad? Estaré muy atento para dar respuesta a ambas preguntas… ¡y para contároslo puntualmente!

Preguntas cara a los Playoffs 2022