El 28 de octubre se cumplirá exactamente un año desde que Stephen Silas tomó las riendas del banquillo de los Houston Rockets. Dos semanas antes, Rafael Stone se había hecho cargo de las oficinas después de la espantada general en la estructura interna: tanto Daryl Morey como Mike D’Antoni entonaron el hasta aquí hemos llegado tras la eliminación en playoffs a mano de Los Angeles Lakers.
Entonces, Silas recibió un equipo hecho a imagen y semejanza de las virtudes de D’Antoni y de la revolucionaria –aunque sin rematar– visión small-ball de Morey. Su filosofía ofensiva convenció a Stone de que era el candidato idóneo para el relevo, pero el técnico tuvo que hacer frente a un debut como head coach doloroso.
“Fue realmente difícil”, afirmó recientemente Silas en el programa de radio Sirius XM’s NBA. “Todo comenzó en una rueda de prensa en la que había mucha emoción sobre el futuro, con James y Russ, y terminó con partidos en los que solo pude contar con siete muchachos.”
Cuando comenzó el proceso de contratación –que incluyó a otros nombres como Doc Rivers, Ty Lue o Jeff Van Gundy– de un nuevo entrenador, este puesto se presentaba como una de las mejores oportunidades en toda la NBA. Los de Texas habían completado su octava aparición consecutivo en playoffs –racha activa más larga en ese momento–, las tres últimas con el factor cancha a favor.
A pesar de los importantes cambios en la jerarquía interna, contaban con James Harden y Russell Westbrook, dos jugadores de calibre MVP habituales en el All-Star Game y los All-NBA Team, que aseguraban mantener este ritmo competitivo. Sin embargo, el rumbo se torcería de forma dramática en poco más de un mes, tiempo que separaría el traspaso de Westbrook a los Wizards con el de Harden a los Nets, cerrado en la primera quincena de enero de 2021.
Inicialmente se sobrepusieron a ambas pérdidas aunque las numerosas ausencias –ya fuera por los protocolos sanitarios o problemas físicos– y la lesión de Christian Wood sentenciarían al equipo. Los Rockets tan solo ganaron el 23,6% de sus partidos, el porcentaje más bajo desde 1983. El propio Silas, completamente abatido, admitiría haber “tocado fondo” después de una sonrojante derrota por 49 puntos ante los Grizzlies a finales de febrero.
No obstante, no todo el curso estuvo teñido de sombras. Jugadores como Christian Wood, Kevin Porter Jr., Jae’Sean Tate o Kenyon Martin Jr. demostraron estar listos para afrontar el desafío y formar parte del profundo proceso de reconstrucción que esperaba en el horizonte. Aún así, los Rockets finalizaron la temporada regular con el peor récord de toda la NBA, lo que, a la postre, les entregaría el pick 2 del draft de 2021, el cual se transformaría en Jalen Green.
Este ha sido el mayor botín de Stone y su oficina principal: un total de catorce selecciones –algunas sujetas a swaps y protecciones– de primera ronda hasta 2028, incluyendo las cuatro utilizadas en la edición de 2021. La primera, Green, emerge como uno de los jugadores con mayor talento de la camada y una potencial estrella de la NBA. El propio ejecutivo afirmó que no se podrá valorar realmente la repercusión de los traspasos de las dos estrellas hasta pasados unos años. De momento, la elección de Green señala al camino deseado. Aunque no irrumpe como la única capaz de aportar a largo plazo.
A la versatilidad defensiva de Alperen Sengun, MVP de la liga turca con apenas 19 años, se le une el inmenso potencial defensivo de Usman Garuba. Si bien el primero puede tener un mayor impacto inmediato como suplente de Christian Wood, la defensa de Garuba puede resultar aún más importante. El sistema de Silas aboga por la ofensiva y el internacional español es capaz de cubrir distintas posiciones en la retaguardia. Así, Garuba aspira a convertirse en ese especialista defensivo multidisciplinar que tan alto se cotiza en la NBA de hoy. Su mayor o menor relevancia, eso sí, dependerá de cuánto sea capaz de desarrollar su tiro. De momento, los puntos no serán los problemas en Houston. El cuarto rookie en discordia, Josh Cristopher, también destaca por su facilidad para topar el aro rival.
¿Qué significa todo esto para esta temporada 2021-22? Lo cierto es que nos encontramos ante un equipo bastante verde sumido en los primeros pasos de un largo proceso de reconstrucción. Y los interesantes talentos que han incorporado no asegurarán una cantidad de victorias notable. Si bien no todas las franquicias están dispuestas a alargar excesivamente su propio The Process, los Rockets necesitan paciencia. Será importante no omitir pasos en el camino hacia esta nueva etapa.
El general manager Stone declaró el pasado mes de marzo que no tienen pensado acumular más rondas del draft y que quieren mostrar dotes competitivas poco a poco. Actualmente, la plantilla está compuesta por savia nueva pero también por algunos veteranos necesarios para impulsar esta transición. Daniel Theis y D.J. Augustin comprenden la Clase C de estas piezas de cohesión experimentada. Pero los jugadores que atraen todas las miradas son John Wall y Eric Gordon.
Ambos guards se embolsarán 62 millones conjuntos durante el curso 2021-22. Una cantidad desorbitada que, a su vez, le permite a los Rockets cumplir con las obligaciones del límite salarial mínimo, que comprende el 90% de límite salarial estándar, fijado en 112,4 millones para este curso.
Deportivamente hablando, los dos jugadores aportarán unos recursos y una experiencia de la que no puede presumir ningún otro jugador. Aunque Kevin Porter Jr. y Jalen Green asumirán galones en la creación, los Rockets no cuentan con bases puros más allá de John Wall y D.J. Augustin. Por su parte, Gordon es un tirador fiable para sumar puntos a la segunda unidad. El verdadero hándicap que arrastran es un preocupante historial de lesiones que amenaza con limitar sus minutos y la capacidad de maniobra de la franquicia.
Aunque no es una obligación a corto plazo, todo apunta a que tanto Wall como Gordon serán utilizados como moneda de cambio más pronto que tarde. El valor de ambos se encuentra lejos del de sus mejores años, pero aún así es lo suficiente para incorporar, a cambio, a jugadores capaces de aportar de manera inmediata y sumar al proyecto.
Como es habitual en las primeras etapas de una reconstrucción, el futuro de los Rockets se sustenta más en suposiciones que en realidades tangibles. El desarrollo de los jóvenes y el buen uso de las rondas disponibles marcarán el éxito o, por el contrario, fracaso de la gestión de Rafael Stone. Por supuesto, la temporada 2021-22 no dejará de ser un punto de partida sobre el cual comenzar a sacar las primeras conclusiones. Principalmente en lo que a instauración de una filosofía y asentamiento de unas bases se refiere. Pero si se cumplen las expectativas, en Houston podrán pasar página a la ‘Era James Harden’ con una gran dosis de optimismo.