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El trono maldito de la NBA

Superestrella, líder, jugador franquicia… La ansiada pieza que toda organización baloncestística busca y ansía encontrar. El éxito no siempre pasa por ella, pero la historia de la NBA nos ha enseñado en la gran mayoría de los casos que la gloria es más sencilla de alcanzar si emprendes el viaje de la mano de una superestrella.

La ciudad de Nueva York ansía con más fuerzas que nunca encontrar de una vez por todas esta pieza en su proyecto pero, al igual que su desastrosa historia reciente, el trono destinado a la superestrella que liderará la franquicia también sigue maldito. Una oscura sobra a modo de maldición que desde el gran Pat Ewing se cernió sobre la ciudad de Manhattan y que muchos intentaron despejar con escaso éxito hasta la llegada de Carmelo Anthony.

Allan Houston ocupó un muy importante lugar al frente de la franquicia a principios de siglo. Logró hacerse con el corazón con el corazón knickberbocker pero jamás tuvo ese estatus de superestrella dentro de la liga. Marbury, el prodigio del barrio de Brooklyn también lo intentó, pero su carácter y los numerosos problemas extradeportivos, sumados a los problemas internos dentro de la franquicia (5 entrenadores en 2 temporadas) terminó por dinamitar cualquier posibilidad de reinado de Stephon en su casa.

Amar’e Stoudamire llegó a los Knicks como una estrella y rindió como tal hasta la llegada de Melo en aquella misma temporada, febrero de 2011, donde comenzó el último reinado de una superestrella en el MSG.

Carmelo sí lo logró. aterrizó en los Knicks con el estatus de estrella de la liga y no defraudó. Devolvió a la franquicia a los Playoffs 7 años después durante 3 temporadas consecutivas. 7 veces All Star bajo los colores de los Knicks (sus 7 temporadas en la franquicia), Scoring Champ en la 2012/13, tercero en la votación para el MVP en aquella temporada y dos años entre los quintetos All NBA. Logros que sin duda nos demostraron que estábamos ante uno de los mejores jugadores de la liga.

Pero desde la caída de Carmelo Anthony al mundo de los mortales, en términos de rendimiento baloncestístico, en la temporada 15/16, y que acabaría propiciando su salida de New York vía trade en la off-season de 2017, los Knicks han navegado a la deriva durante 5 largas temporadas sin encontrar esa pieza sobre la que construir un proyecto que ilusione y que, sobre todo, se obtenga rendimiento a medio-largo plazo.

Este periplo no ha estado vacío de candidatos a ocupar el trono que dejó Melo. Primero Kristaps Porzingis y más recientemente Julius Randle intentaron ser coronados como nuevo Rey del MSG, pero la maldición que persigue a los Knicks también se ceba con la búsqueda de esta pieza. Recordemos que en las últimas tres décadas sólo podríamos ascender al altar de los más grandes a dos jugadores: Carmelo Anthony y Patrick Ewing.

De Unicornio a Caballo de Troya

Como digo, la vacante que dejó Carmelo no tuvo falta de candidatos. El primero que se postuló como heredero al trono fue Kristaps Porzingis. Pick número 4 del draft de 2015, tardó muy poco en convencer al aficionado knickerbocker como sucesor de Anthony. En su tercera temporada fue seleccionado en el All-Star con unos promedios de 22,7 puntos, 6,6 rebotes y 2,4 tapones. Partido de las estrellas que no pudo disputar debido a aquella fatídica rotura del ligamento cruzado en su rodilla izquierda.

Sin ser conscientes en aquel momento, estábamos ante la última vez que veríamos a Porzingis vistiendo la camiseta de los Knicks. Aquel nefasto 6 se febrero del 18 fue el principio del fin.

KP se perdería el resto de temporada y apenas un año después, en el trade deadline de febrero del 19, se consumaba un traspaso con sabor a traición. Porzingis se marchaba a Dallas Mavericks a cambio de, como quien dice, “cuatro duros”, despedazando el prematuro proyecto por completo y destrozando cualquier ilusión knickerbocker en una temporada que, para colmo, el equipo terminó por registrar el peor récord de su larga historia (17-65).

Una montaña rusa llamada Randle

Otro que se postuló como heredero y que consiguió reinar fue Julius Randle, aunque su mandato fue más corto de lo esperado. 

Tras el tremendo varapalo de las no firmas de Durant e Irving, los Knicks terminaron contratando a un puñado de jugadores en la agencia libre de 2019 y entre ellos, Julius Randle.

Tras una primera temporada decepcionante tanto en lo colectivo como en lo individual, el formado por la Universidad de Kentucky alcanzó la gloria en la 20/21. Los Knicks volvieron a disputar los Playoffs 7 temporadas después y Randle se consagró en la liga firmando su mejor temporada. 24,1 puntos, 10,2 rebotes, 6 asistencias, superando el 45% en TC y el 41% en triples. Números que le avalaron para llevarse el Most Improve Player.

Pero, como decimos, su reinado fue muy corto. Al término de aquella temporada, en la eliminatoria de primera ronda contra Atlanta Hawks, Randle ya empezó a dejar muestras de su incosistencia como jugador. Una incosistencia que en la siguiente temporada acababó por hundir su mandato y terminó con su abdicación al frente del liderazgo de la franquicia neoyorquina.

Como bien dice el gran Sergio Ochoa, esta caída a los infiernos de Julius Randle no sólo se explica con lo deportivo. Los numerosos problemas que Randle generó al equipo fueron por causas externas. Egoísmo, poca autocrítica, faltas de respeto a compañeros y varias declaraciones desafortunadas acabaron por destapar la débil mentalidad de Julius. Una faceta que se presupone vital para alguien que quiere ser el líder de un grupo deportivo.

RJ Barrett against the world

Ante esta falta de liderazgo en esta última temporada, Barrett ha emergido como la figura destinada a ocupar el trono que dejó Carmelo Anthony y que desde entonces nadie ha podido hacer.

Las expectativas alrededor del joven formado en la Universidad de Duke siempre fueron muy altas. Recordemos que en numerosos prospects, a principios del año 2019, Barrett se postulaba como favorito para ser el Pick #1 de aquel draft por encima de Ja Morant y Zion Williamson.

Finalmente, Barrett cayó al Pick #3 y aterrizó en la Gran Manzana en un contexto muy poco favorecedor para explotar las virtudes que todos habíamos visto en él durante su corta etapa universitaria y su selección, Canadá.

Como digo, Barrett se ha convertido esta temporada en el heredero legítimo por voluntad propia. Pero, ¿por qué afirmo esto de “contra todo el mundo? Bien, vayamos por partes.

RJ Barrett ha tenido que lidiar con todo tipo de trabas a su proyección. Estos problemas los podríamos resumir en dos amplios conceptos: el contexto y el entrenador.

  • El contexto:

Por todos es conocido la importancia del contexto de la franquicia en la que aterriza un jugador joven. Pues bien, Barrett es drafteado por los peores Knicks de su historia (17-65) en medio de un proyecto fallido (tras el ‘no’ de KD y KAI en la FA) y con un roster prácticamente nuevo tras firmar a 6 nuevas caras. 2 de estas 6 nuevas incorporaciones (Marcus Morris y Julius Randle) acabarían siendo una hipoteca en el volumen de tiro general del equipo suficiente para relegar al rookie a un tercer plano al que jamás había estado acostumbrado.

Al mes y medio de competición Fizdale fue despedido tras encadenar un desastroso 4-18 y su sustituto, Mike Miller, mejoró resultados pero no sensaciones (17-27).

Para rematar, la temporada echó el cierre a principios de marzo lo que supondría una campaña rookie relativamente corta de apenas 56 partidos. Una primera temporada muy corta y con muy pocas oportunidades para brillar.

  • Entrenador y rol:

A priori, este contexto podía haber servido como excusa para darle las riendas de una franquicia a la deriva desde el minuto 1 al que probablemente sea el pick de draft más prometedor de los Knicks en las últimas dos décadas. Esto tampoco acabaría sucediendo ya que el contexto siempre suele ir ligado de otro de los factores más determinantes: El entrenador.

Por todos es conocido que el coach es otra de las facetas importantes para el desarrollo de un jugador. Que este te otorgue un rol adecuado a tus características como jugador para conseguir potenciar tu juego suele ser el plan a seguir con apuestas de draft tan prometedoras como la que fue Barrett.

Esto ni mucho menos iba a ser así. Tanto Fizdale como Miller, después y Thibodeau no dieron a RJ un rol adecuado a sus características. Es más, utilizaron a Barrett como un jugador de complemento, alejado de balón en numerosas ocasiones. Un rol totalmente contrario a las características baloncestísticas que nos demostró en sus años de formación.

Si algo teníamos claro tras su etapa en Duke es que Barrett es un jugador que necesita tener el balón en sus manos, sentirse importante dentro del ataque y ser el generador principal para así potenciar su innegable desequilibrio en situaciones de 1×1, 2×2, cambo abierto, etc.

Este desaprovechamiento de Barrett ha sido palpable y los datos terminan por confirmarlo. La estadística de ‘Usage %’ es un claro reflejo de ello. En su temporada rookie RJ acumuló un 24% de ‘Usage’. Tercer jugador del equipo que más tiempo tuvo el balón en sus manos, solo por detrás de Randle, con un 27,6% y Marcus Morris, con un 24,4%.

Lo de Randle podríamos hasta darlo por válido. También es un jugador que necesita mucho balón. Pero lo de Morris es un claro ejemplo de mala gestión de los roles ya que el mayor de los gemelos siempre ha sido un jugador con un perfil off-ball de mucha productividad. Y todo esto sin contar su contrato spiring.

El dato sonrojante, tanto para Fizdale como para Miller, en esta primera temporada viene por los que vienen después de Barrett. El cuarto con mayor ‘Usage %’ fue ¡Dennis Smith Jr! Con un 23,1%. Solo un 0,9% menos que RJ para uno de los jugadores más desastrosos de aquella campaña.

Fuente: Basketball-Reference.com

En su campaña sophomore, Barrett bajó a un 23,4% en esta estadística relegándole a la cuarta posición como jugador con más balón en las manos mientras está en pista. Por delante de él terminaron Randle (29,3%), Quickley (25,6%) y Rose (24,3%).

Lo sorprendente es que el quinto jugador con mayor uso fue Elfrid Payton, con un 23,9%. Solo un 0,9% menos que RJ, lo que nos deja un dato que habla por sí solo teniendo en cuenta que Payton era un jugador que apenas desequilibraba y no podía asumir tiros más allá de la ‘restricted area’.

Fuente: Basketball-Reference.com

La gran temporada del equipo, que terminaría 4º en el Este, eclipsó esta mala gestión del desarrollo de la joven promesa por parte de Thibs. Para más sonrojo aun, Barrett fue desplazado a un rol de ‘catch & shooter’. Rol que todos coincidiremos es el que peor se ajusta a sus virtudes.

Durante esta campaña Barrett tuvo una frecuencia de tiro en ‘catch & shoot’ del 28,6%. Para que nos hagamos una idea de que tipo de jugadores rondan estos valores, tiradores como Korkmaz o Bojan Bogdanovic registraron un 30,4% y 29,6% respectivamente en la última temporada. Brook Lopez 30,1%, Dillon Brooks 29,7% o Lowry con un 29,4% son otros ejemplos.

Además, la mayor frecuencia de FG de Barrett, con un 36,5% de sus tiros, fueron acciones con 0 botes de balón. Un 29,1% de sus Field Goals vinieron precedidos por entre 3-6 dribles de pelota. Datos que no tienen ningún tipo de sentido teniendo en cuenta que RJ es un jugador muchísimo más peligroso cuando pone el balón en el suelo.

Fuente: NBA.com

Durante el primer tramo de la última temporada el rol de Barrett apenas cambió, llegando a registrar de nuevo un pobre 24% de ‘Usage’ durante los primeros 4 meses de competición.

Pero en el tramo final de la misma sí que vimos un cambio de rol, por mérito propio por parte de Barrett, que aprovechó a la perfección las numerosas bajas que ha tenido la plantilla y la desaparición total de Randle como referencia ofensiva en la citada anteriormente, caída a los infiernos. De esta manera, desde principios de febrero hasta el final de la campaña 21/22 Barrett fue ganando importancia en el equipo, asumiendo muchos más tiros y generándose situaciones mucho más cómodas para él y su juego.

En estos últimos 3 meses de competición Barrett bajó hasta el 22,8% en frecuencia de FG en situación de ‘catch & shoot’ y aumentó a un 32% sus tiros tras 3-6 botes, llegando a registrar un 30,3% de ‘Usage’.

Fuente: NBA.com

De esta manera, no es sorprendente que los mejores partidos de Barrett hayan venido cuando ha superado un 30% de ‘Usage’. Algo que no se entiende que no se haya hecho antes por parte de ninguno de los 3 entrenadores que han tenido al joven canadiense en sus manos.

Como referencia de ello teníamos su año universitario en Duke. Barrett fue el jugador con mayor porcentaje de uso de aquel Big 3 formado por Zion (28,6%), Reddish (25,3%) y el propio Barrett (32,2%). ¿El resultado de aquello? RJ fue el máximo anotador de los tres, con más de 22 puntos por partido.

Este aumento de protagonismo en Barrett en la segunda mitad de la temporada se ha traducido en unas estadísticas de 24,6 puntos, 6 rebotes y 3,7 asistencias. Números prometedores para, recordemos, un jugador de apenas 21 años.

Fuente: Iker Moreda

Esta subida de rendimiento a sido la chispa que ha encendido de nuevo la luz al final del túnel. Un túnel, oscuro y eterno, en el que al final del mismo se encuentra ese jugador llamado a sentarse en el trono que dejó Carmelo Anthony años atrás. RJ Barrett está destinado a ocupar ese lugar en New York, y llevar de nuevo a la franquicia a lo más alto 23 años después.

Para ello simplemente pido una cosa: dejen el equipo en manos de RJ BARRETT que el tiempo dictará sentencia.