El 3 de febrero de 1959 es conocido como “El día que murió la música”. Esta afirmación tan drástica se debe a que en esa fecha, tres de los músicos más prometedores del Rock & Roll. Este género nacido a principios de la década y que habían popularizado Bill Haley & His Comets y Elvis Presley; tenía en Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper a sus jóvenes promesas. Pues el día que murió la música guarda una estrecha relación con la historia de The Immortal Ten de Baylor.
Estos tres junto con otros músicos estaban realizando una gira por el Midwest en unas condiciones infrahumanas, viajando en autobuses sin calefacción, recorriendo carreteras y caminos con nieve hasta las rodillas…Por lo que el fatídico día, Buddy Holly decidió alquilar un avión para ir desde Mason City, Iowa hasta Fargo, North Dakota. De esa forma podrían llegar antes a Fargo, descansar y evitar congelamientos en el autobús. Por el reducido tamaño, solamente había hueco para dos personas más. El azar quiso que fueran los líderes prometedores los que acompañaran a Buddy Holly. Y pocos minutos después de despegar, el avión cayó a 300 km/h contra el suelo acabando con la vida del piloto y las tres estrellas del Rock & Roll. Don McLean cita este hecho en la mítica American Pie pero –a pesar de lo que mucha gente cree– no está íntegramente dedicada al accidente.
The Immortal Ten de Baylor
El 31 de enero de 2022 los Baylor Bears –vigentes campeones nacionales– disputaron un partido contra West Virginia. El partido no fue un encuentro corriente dentro del calendario conferencial. Cualquier persona que hubiese visto a Baylor anteriormente tendría controlados a los jugadores por lo que, al empezar el partido, se sorprendería porque Flo Thamba luciese el nombre de Castellaw encima de su dorsal 0. Y otros jugadores también lucían nombres que no eran los suyos. Algo raro estaba pasando. Pero como ya habían anunciado los medios de Baylor en las horas previas y estaba detallado en las notas del partido publicadas en su web, Bears y Mountaineers no iban a disputar un partido como cualquier otro. Los Bears conmemoraban el 95 aniversario de la tragedia de The Immortal Ten de Baylor.
Todos los años, en el partido de casa más cercano al 22 de enero, la Universidad de Baylor honra a The Immortal Ten de Baylor. Una tragedia sucedida en 1927 de tal calado que obligó a los Bears a cancelar su temporada. En el autobús viajaban 22 personas entre jugadores, entrenadores y fans. Fallecieron 10 personas, de ahí lo de The Immortal Ten de Baylor.
La primera tragedia de Baylor
Una de las primeras tragedias del deporte estadounidense tuvo como protagonista al programa de baloncesto de la Universidad de Baylor. El 22 de enero de 1927 es conocido en Waco y en gran parte del estado de Texas por la tragedia de The Immortal Ten de Baylor.
La tragedia más reciente de Baylor
Ralph Wolf, un joven entrenador para una joven plantilla
Meses antes, un joven Ralph Wolf –graduado de Baylor solamente cinco años atrás– se hacía cargo del programa tras una serie de temporadas bastante desastrosas. La plantilla de los Bears estaba formada por un grupo de jóvenes atletas que compaginaban el baloncesto con el football, baseball, atletismo y otras disciplinas. Además de ser un grupo joven y con un enfoque deportivo multidisciplinar, eran unos chicos con gran implicación en la comunidad de Waco y en diferentes actividades de la universidad como la cámara de comercio y el periódico de la universidad, entre otras. La plantilla de Coach Wolf era un diamante a desarrollar y estaban convencidos de que podrían alcanzar cotas altas en no demasiado tiempo.
La mañana del fatídico sábado Coach Wolf convocó a sus chicos en el campus para tomar el autobús que los llevaría a la capital del estado a jugar contra los Longhorns. Jugar contra la Universidad de Texas siempre conllevaba una motivación extra, por lo que en el autobús viajarían más personas de lo habitual. El récord de los Bears en la conferencia era 0-3 aunque el global era un 8-4, por lo que necesitaban una victoria importante para encauzar la primera temporada de Ralph Wolf.
En esa época los freshman solamente entrenaban con el equipo, no podían jugar ni viajar con el equipo. Por esa razón Joe Potter –uno de los jugadores freshman– peleó por conseguir el trabajo de conductor del autobús de la universidad. Así podría viajar siempre con el equipo. A sus 19 años y aunque llevaba bastantes viajes con el equipo, su inexperiencia fue uno de los elementos clave en la tragedia. Siendo enero, el clima no era muy bueno. La lluvia intensa y la niebla espesa dificultaban la visibilidad del joven conductor.
El accidente
Joe Potter llevaba tres horas y media conduciendo prudentemente puesto que las condiciones climatológicas no ayudaban a su condición de novel. A la altura de Round Rock, cuando faltaba poco más de media hora para llegar a su destino en Austin, alcanzaron un paso a nivel sin señalizar.
Joe conducía muy despacio –no más de 16 km/h– pese a que el tren no tendría que pasar en ese momento por la vía puesto que era un tren de pasajeros no programado para esa hora, puesto que tendría que haber pasado mucho antes. Pero el tren iba con retraso e intentando recuperar tiempo a una velocidad inusual. La nula visibilidad impidió que Joe Potter pudiese ver al tren acercarse a más de 96 km/h. El maquinista venía tocando la bocina pero Potter no pudo escuchar absolutamente nada porque sus compañeros estaban montando un alboroto tremendo producto de la excitación por la proximidad de Austin y, por lo tanto, del partido contra los Longhorns.
Un aviso que llegó demasiado tarde
Cuando el entrenador Wolf pudo ver el tren, alertó a Potter. Éste intentó corregir la trazada y acelerar pero era demasiado tarde. Algunos pasajeros pudieron saltar antes del impacto, otros fueron lanzados por alguno de sus compañeros en un acto desesperado de salvar la vida de sus amigos pero diez de los veintidós pasajeros del fatídico autobús, perecieron esa tarde de enero.
Ocho de ellos fallecieron al instante pero dos pudieron aguantar e incluso llegaron con vida al hospital de Georgetown, una localidad a las afueras de Austin. Pero acabaron falleciendo. Además de los diez fallecidos en el accidente, tres estuvieron en estado crítico y seis con heridas muy graves. Por suerte estos nueve, entre los que se encontraba el entrenador Wolf, pudieron sobrevivir. Los sueños de los 22 jóvenes se quedó sobre las vías de Round Rock, la temporada de Baylor fue cancelada y muchos de ellos tardaron mucho en superar tal tragedia.
The Immortal Ten de Baylor, una historia con nombres y apellidos
Jack Castellaw era senior y natural de Ennis (entre Waco y Dallas). Castellaw era el anotador oficial del equipo, el que se encargaba de registrar todas las puntuaciones de los Bears. Viajaba habitualmente con el equipo y –como no podría ser de otra forma– no podría perderse un partido tan importante como era el partido contra los Longhorns. Era uno de los estudiantes más populares del campus. Actualmente el centro de comunicaciones de la universidad lleva su nombre como forma de honrar su memoria. Dave Cheavens –editor del periódico de la universidad y amigo de Castellaw– dedicó los últimos días de su vida a recaudar dinero para construir el Jack Castellaw Communications Center como homenaje a su amigo y como agradecimiento por no haber perecido en el accidente, puesto que viajaba con el equipo para cubrir el partido para el periódico de la universidad.
Sam Dillow, un junior de Fort Worth (ciudad de las afueras de Dallas), había sido el capitán del equipo la temporada anterior jugando como un base defensivo con muy buenas habilidades como protector de aro. Era muy activo en la cámara de comercio. Tenía 21 años y la semana siguiente –aprovechando que los Bears iban a jugar en Fort Worth contra TCU– sus padres iban a celebrar con él su 22º cumpleaños.
Merle Dudley cursaba el 2º año de derecho y era el único líder de los animadores que iba a ir al partido. Merle no formaba parte de la plantilla pero viajaba con sus cinco compañeros de piso, de los cuales tres fallecieron.
L.R. “Ivey” Foster, Jr., era un freshman que había sido nombrado editor de deportes en el periódico de la universidad la semana anterior al accidente. Inicialmente no iba en el autobús porque –aunque formaba parte del equipo– los freshmen ni jugaban ni viajaban. Foster era natural de un pueblito a las afueras de Austin e iba a pasar el fin de semana con sus padres. Ivey estaba haciendo autostop cuando el conductor –Joe Potter, jugador freshman del equipo– lo reconoció y lo recogió.
Robert “Bob” Hailey, era sophomore y el base suplente. Aunque Hailey era conocido como “Smilin Bob” (Sonrisas Bob) por su carácter alegre, era un luchador nato que había compartido disciplina con el football en su año freshman.
Robert “Bob” L. Hannah, Jr., era junior, natural de Waco y el base titular definido como: pequeño, agresivo y luchador de principio a fin.
James Clyde “Abe” Kelley era un forward sustituto al mismo tiempo que era el capitán del equipo de football. Kelley trabajaba en el departamento de bomberos para pagarse el alquiler. Es uno de los héroes de la tragedia puesto que vió al tren acercarse antes del impacto y –en lugar de salvarse a sí mismo– empujó a Weir Washman por la ventana. Kelley no salvó a su compañero de asiento. Abe salvó la vida a su compañero de piso y amigo de la infancia.
Willis Murray era uno de los más jóvenes del equipo pese a ser junior. Era uno de los bases suplentes y también era el manager del equipo. Willis llegó a la universidad con 16 años consiguiendo un bachelor en artes y el grado de derecho.
James “Jim” Walker era junior y uno de los forwards del equipo. Un veterano de 23 años con un baloncesto muy consistente y un jugador con una energía casi inagotable en la cancha gracias a formar parte del equipo de atletismo, en el cual estaba centrado carreras de media y larga distancia.
William Winchester, base y pívot suplente. Estaba considerado uno de los mejores de su clase desde el punto de vista académico. Además era un líder en el grupo de Boy Scout de Waco.
Como curiosidad, uno de los 12 supervivientes del accidente fue John “Killer” Kane. Su carrera como jugador de fútbol americano y baloncesto es irrelevante. Sirvió como coronel en la Fuerza Aérea en la II Guerra Mundial y fue condecorado con una medalla de honor tras ser uno de los líderes en la Operación Maremoto, que debilitó al ejército Nazi en Rumanía en 1943. Lo increíble de este hombre es el hecho de sobrevivir a semejante accidente y posteriormente convertirse en uno de los héroes de la USAAF.
La tragedia tuvo consecuencias positivas
Claro está que para las familias y amigos de los diez fallecidos no hubo consuelo posible. Pero este accidente provocó la movilización de los políticos locales y estatales para revisar y cambiar las medidas de seguridad ferroviaria. Ocho años después del accidente se construyó un paso a nivel elevado para evitar otra tragedia similar. Y en 2017, la ciudad de Round Rock construyó el The Immortal Ten Bridge en honor a los fallecidos de Baylor. En la actualidad se puede observar las placas de los fallecidos a lo largo del puente y una placa explicativa al inicio del mismo. En palabras del alcalde de Round Rock: “Es importante que conozcamos nuestra historia y nuestra relación con nuestras ciudades hermanas, no es simplemente un puente por el que pasamos todos los días para ir a trabajar”.
En memoria de The Immortal Ten de Baylor
The Immortal Ten de Baylor, además de ser recordados anualmente en el partido local más cercano al 22 de enero, también hacen lo propio a principio de curso. Cuando los freshman inician el año académico se conmemora una velada de recuerdo en la que los veteranos cuentan la historia de The Immortal Ten de Baylor mientras las velas iluminan el recuerdo de los diez jóvenes fallecidos en 1927.
Además de recordarlos de esta forma tan emotiva, fue construida una escultura en homenaje a los fallecidos y que hoy aún permanece en la Traditions Square del campus de Baylor. La escultura tardó más de diez años en erigirse por la falta de fondos, pero es ya un símbolo importantísimo para los estudiantes.
Sic ’em forever, Immortal Ten