UNDRAFTED

Undrafted

«Con el pick 58 en el draft de la NBA de 2022, los Indiana Pacers seleccionan a… ¡Hugo Besson, de Bandol, Francia!» Undrafted

Inmediatamente después de estas palabras, con las que finalizaba el proceso de elección de jugadores de este año por parte de las diferentes franquicias, un sentimiento de vacío y desesperanza invadieron el espíritu de Trevion Williams. En todos los mock draft se le pronosticaba como uno de los elegidos, cierto es que siempre como un pick de segunda ronda, pero había motivos para el optimismo. Su participación en el “draft combine” provocó muchos elogios y creó bastante expectación entre los managers allí presentes. Sí. Todo hacía pensar que alguien le iba a dar su primera oportunidad para demostrar que tiene un hueco en la NBA. Y, sin embargo…

            El desasosiego hizo mella en el jugador. ¿Su esfuerzo había sido baldío? Por su cabeza pasó la idea de abandonar, de olvidarse del baloncesto, de encauzar su vida por otro camino, por otros derroteros. Mientras esos pensamientos crecían en su interior, el teléfono sonó. Tal y como descolgó, su interlocutor, el legendario Ben Wallace, sin mediar siquiera un saludo, le dijo: “¿Undrafted? No te mortifiques. Yo también lo fui en su momento. Pero eso no significa el final de nada. Ten un poco de paciencia. Llegará tu oportunidad. Y cuando la tengas, cógela con fuerza, trabaja duro, cree en ti mismo y demuestra al mundo que se equivocaron dejándote pasar”. No hubo más palabras. No hacía falta respuesta. Wallace sabía perfectamente de qué hablaba porque había vivido esa misma situación muchos años antes. Williams se sintió algo aliviado y terapéuticamente identificado con su interlocutor, quizá por el hecho de que su posición en la cancha sea similar a la del mito Wallace. Para seguir con su proceso de esperanza, Trevion Williams entró en su navegador y consultó el currículum de Ben: Hall of Famer, campeón de la NBA en 2004, cuatro veces nombrado Defensive Player of the Year, cuatro participaciones en el All-Star… Sin duda, el mejor jugador “undrafted” de la historia.

Rápidamente cobró algo de ánimo. Ben Wallace tenía razón. Ahora solamente era necesario algo de esa calma que le había aconsejado por teléfono. Tal y como se le había vaticinado, poco después recibió otra llamada, más importante si cabe que la anterior. En esta ocasión era Brad Stevens, el general manager de los Boston Celtics, ofreciéndole un contrato para formar parte de la plantilla que competiría en la Summer League. Ya tenía su oportunidad. Lo que suceda a partir de ahí, solamente el tiempo lo dictará.

            Esta situación, ficticia en la parte de sentimientos y conversaciones, sirve para ilustrar el escenario en el que se encuentran cada año decenas de jugadores. Lo acabamos de ver en el recién terminado draft. Chicos que han completado una excelente carrera a nivel universitario y, bien por sus características físicas, bien porque su juego no encaja en el perfil que se busca en la actual NBA, son excluidos de ese selecto grupo de atletas seleccionados por alguno de los equipos. Nombres como el del propio Trevion Williams, Collin Gillespie, Scottie Pippen Jr. o Kofi Cockburn tendrán que pelear mucho para demostrar que sí tienen el suficiente talento para formar parte de la plantilla de uno de esos equipos que, en primera instancia les han dejado pasar. Todos aspiran a convertirse en el nuevo Fred Van Vleet, Kendrick Nunn, Luguentz Dort o Duncan Robinson y garantizarse una larga y fructífera carrera jugando en la mejor liga del mundo. Pero…

            Pero lo cierto es que estos nombres son la excepción. Son los protagonistas de una historia que es poco menos que un cuento de hadas, porque la mayoría de jugadores que no son drafteados lo son por una sencilla razón: no tienen calidad suficiente para competir en la NBA. Es duro, pero es así. Y antes o después deberán asumirlo y buscar su futuro en otras ligas, en su propio país o emigrando al extranjero. Y seguro que habrá muchos otros casos a los que más pronto que tarde les perderemos la pista y desaparecerán en ligas menores o abandonarán la práctica del baloncesto profesional. No es una exageración: el año pasado tan solo Austin Reaves logró destacar y asentarse en la plantilla de los Lakers, pero en un contexto que le fue totalmente favorable. Habrá que ver qué sucede en el futuro si su equipo se encuentra en una situación mucho más competitiva.

            En todo caso, estas historias de superación personal, de romper barreras y derribar obstáculos nos resultan atractivas y apasionantes. Tendremos los ojos puestos en estos chicos para ver si, una vez más, David vence a Goliath; si el débil derrota al grande; si el chico menos agraciado conquista a la princesa. A fin de cuentas, sus éxitos alimentan nuestros sueños. ¿Quién es vuestra apuesta? ¿Quién os gustaría que fuera, esta próxima temporada, el protagonista de esta bonita historia?

MALOS TIEMPOS PARA SER UN PÍVOT DE CORTE CLÁSICO