Diario de un viaje irrepetible

Lo bueno se hace esperar. A finales de 2019 un servidor planeo con su mujer un viaje a Nueva York para finales de Marzo de 2020. El plan era claro: conseguir entradas para la Final Regional del March Madness que se jugaría en el Madison Square Garden y de paso, nos pasaríamos por el Barclays Center para ver jugar a los Brooklyn Nets ya que, en pasados viajes a la Gran Manzana, nunca había visitado el pabellón de los Nets. Todo estaba preparado, incluidas las entradas del Madness pero sucedió lo que todos sabemos. Un virus nos robó dos años de creación de memorias. Viaje New York NBA.

Religiosamente mantuvimos todo el dinero devuelto y vouchers de British Airways para los viajes de avión en buen resguardo durante estos dos lustros. Cuando hace unos meses pensamos donde podíamos salir una semana en Marzo, lo teníamos claro.

Me resulta muy extraño escribir un artículo contando historias donde el principal personaje soy yo mismo. Intentare extraerme de cualquier tipo de ego que mis pensamientos o palabras puedan desprender y contaros las cosas como las viví. Y por supuesto, desear a todos vosotros que, aunque solo sea una vez, visitéis Nueva York. No solo por el baloncesto, pero también por su ambiente, su comida, su música, su cultura y su propia realidad. No todo es tan bonito como se pinta, pero a veces descubrir los puntos negros de una ciudad también tiene su encanto.

N.B. Para que el que piense que mi mujer tiene una paciencia enorme, no lo sabéis bien. Después de este articulo lo descubriréis. En mi defensa, el baloncesto no lleno ni la mitad del viaje, así que tuvo muchos momentos para vengarse de mis planes, creedme.

La Big East en el Madison Square Garden

Se aterriza un sábado a media mañana, rápido al hotel, descarga de cansancio y peso, y al centro de Manhattan a ver la final de la Big East. El Madison Square Garden esta situado en la 42 Street de Manhattan, una de las áreas con más afluencia de personas por metro cuadrado, sobre todo cuando va anocheciendo. Macy’s, una especia de centro comercial famoso está al lado y muchos bares tradicionales también están a un paso del MSG.

No es mi primera vez en ‘The Mecca’ pero sí que es la primera vez donde el ambiente es más intenso. Las otras veces han sido partidos de los Knicks y digamos que la atmosfera en la cancha aumentaba conforme a como se desarrollaba el partido. En el partido entre Villanova y Creighton esto no sucedió. Desde que entras por los túneles notas que el ambiente es diferente. Dominan las camisetas y sudaderas de Villanova debido a la proximidad de la universidad (Philadelphia está mucho más cerca que Nebraska).

Hay algunos canticos de grupos de jóvenes seguidores, quien sabe si también estudiantes, de Villanova. Eso sí, siempre animando y no intentando meterse con el equipo contrario. El partido en si no fue para recordar, tampoco vamos a engañarnos. 19-18 al descanso con Creighton 0 de 13 en triples. La segunda parte mejoro algo, pero ninguno de ambos equipos llego ni siquiera al 35% en tiros de campo. Al final se llevó el partido Villanova con una penetración de Justin Moore en el último minuto para asegurar la victoria. 54-48 fue el resultado final, los Wildcats lo celebran por todo lo alto y el público también.

Lo que más me sorprendió de poder ver un partido de NCAA en directo fue lo controlado que tienen los entrenadores el partido. Jay Wright y Greg McDermott siempre le mandaban la jugada ofensiva o defensiva a ejecutar a sus jugadores desde la banda. Es cierto que algunos pueden pensar que esto coarta la libertad de los jugadores más creativos, pero este es el modelo de baloncesto que se practica en la NCAA. Al fin y al cabo, estamos hablando de un baloncesto de formación. Tener una estructura liderada por el entrenador es clave para tener éxito en esta liga. Esta muy ligado también a la cultura que cada entrenador quiere impregnar en sus equipos.

Ya de vuelta en el hotel, mi mujer se sincera y me dice: “Ha estado un poco espeso el partido eh”. En realidad, ella echa de menos los espectáculos en los tiempos muertos que hay en la NBA. A pesar de la espesura, yo he cumplido un sueño. No lo cambiaría por nada del mundo.

La NBA es un espectaculo incomparable

Cuatro días después de la experiencia con la NCAA, nos disponemos a presenciar en directo el Brooklyn Nets-Dallas Mavericks. La principal atracción de ver este partido son Kevin Durant y Luka Doncic. Como no soy un asiduo seguidor de la NBA, miro clasificaciones antes del partido y me sorprende lo bajo que están los Nets. Parece que Kevin y Luka van a jugar, nada de load management con ellos. Suspiro.

Cositas del Barclays Center: prácticamente está a 10 pasos de una salida de metro y la accesibilidad tanto al pabellón como a los diferentes servicios de comida o bebida esta mejor organizados que en el MSG. Por no hablar de los asientos, mucho más anchos y modernos. Como me esperaba, el ambiente pre-partido es frio, los asientos no se llenan hasta bien empezado el partido y las mayores ovaciones de la noche se la lleva Luka Doncic puesto que hay una enorme afluencia de seguidores eslovenos en las gradas que has venido únicamente a ver a Luka. Bueno, miento, también a Goran Dragic que, por cierto, se cascó un partidazo.

Miro de reojo a mi mujer y se lo está pasando pipa. El juego es más rápido, mucho más eficaz, de un lado a otro, tiros imposibles que acaban en la red, defensas intensas sobre KD y ayudas inexistentes de Doncic. Kevin Durant cabreándose con Finley-Smith, Dinwiddie no entiende algunas decisiones arbitrales y Steve Nash parece perdido en la banda cuando los Mavericks les remontan una ventaja de 12 puntos en el último cuarto.

El final ya lo sabéis todos: Durant metió un triplazo con 10 segundos por jugar para poner a los Nets 1 arriba. La gente se viene arriba, de repente esto parece un espectáculo deportivo de verdad. 10 segundos después Dinwiddie anota el triple de la victoria para los Mavericks. Durante un minuto no se escucha nada en el pabellón, yo tengo los ojos como una salamandra de abiertos sin entender lo que acabo de presenciar. Tras el shock inicial, la gente desfila por las escaleras y se marchan a su casa. Es miércoles por la noche y mañana hay que trabajar. No hay hard feelings. Evidentemente, quieren que su equipo gane, pero bueno, esta vez no ha podido ser. Este tal vez es la mayor diferencia respecto a la NCAA. El sentimiento de pertenencia que existe en el baloncesto universitario no es comparable al de la NBA.

Por el otro lado, no se puede discutir que el espectáculo de la NBA está a un nivel infinitamente superior. Los niveles técnicos y de eficacia son incomparables. Si, hay cosas que me ponen muy nervioso, como ver a Luka Doncic no hacer ninguna ayuda defensiva pero claro, eso se compensa con el espectáculo ofensivo que da. No estoy yo para quejarme tras el show que me han dado ambos equipos.

En el aspecto del reglamento, creo que hay una regla que completamente hace ambos baloncestos diferentes. La regla defensiva de los 3 segundos influye al juego mucho más de lo que pensamos en mi opinión. En la NBA no se pueden hacer zonas clásicas por esa regla. Si esa regla no existiese, como ocurre todavía en la NCAA, la importancia del hombre alto seria mucho mayor. Pequeños detalles que hay que tener muy en cuenta para aprender a disfrutar de un baloncesto u otro.

March Madness y San Patricio

Ya no había más eventos a los que acudir en directo, pero tuvimos la suerte de poder estar el 17 de Marzo en Nueva York, donde el día de San Patricio es celebrado por toda la ciudad con desfiles y demás. Para quien no lo sepa, San Patricio es patrón de Irlanda y fue un personaje clave en la conversión al catolicismo de muchas partes de Irlanda en el siglo V. Evidentemente, hoy, es más conocido por ser un día donde toda la gente, tengan o no raíces irlandesas, se marchan al bar a tomarse unas cervezas. O más de las necesarias en algunos casos.

El tema es que a mí me coincidía San Patricio y su fiesta con el primer día del March Madness. Yo no me iba a perder los partidos así que la decisión fue unánime, busquemos un bar irlandés donde echen los partidos y allí nos tiramos el día entero. Así fue, multi-pantalla mientras escucho el sonido de vasos chocando y multitud de gente en Stout, el bar que elegimos por la simple razón de que cuando entramos unos días antes, el camarero nos invitó a dos chupitos de Whisky por la cara. Yo es que soy muy fácil de convencer.

Pues nada, la experiencia fue magnifica. De primeras, se podía claramente diferenciar quien estaba allí por una cosa u otra. Al lado mía tengo a dos jóvenes con ordenadores, viendo los partidos y a la vez introduciendo números en un fichero Excel. No paran de hablar del partido y se enfadan mucho cuando Michigan le remonta a Colorado State en el primer partido del día. Una pena para mí también porque destrozo todos mis Brackets. Así es la vida.

Bien entrada la tarde llega el primer upset. Richmond le gana a Iowa pero en ese momento ya todo se ha descontrolado un poco. Los hombres mayores con sombreros irlandeses están viendo el baloncesto y los (algo más) jóvenes que estamos allí por el baloncesto estamos brindando con nuestras Guinness. Yo consigo mantener la compostura mientras tuiteo cosas de los múltiples partidos que estoy viendo. Cuando decidimos que ya es suficiente, vemos que hemos estado 7 horas allí, mucho alcohol en nuestras venas y sin querer me he comido alrededor de 12 alitas de pollo. San Patricio y el March Madness es una mezcla explosiva, pero sin duda repetiría mañana mismo.

Así fue como se acabó mi viaje. Probablemente algo irrepetible, aunque estoy seguro de que en el futuro intentare nuevas aventuras donde pueda mezclar cultura y baloncesto a partes iguales.

Y si, sin duda, el artículo que más me ha costado escribir. Tras varias intentonas en las que todo sonaba muy aburrido, decidí ponerme de fondo a la banda neoyorquina ‘Television’ de los 70 como inspiración y me ha ayudado a ser más informal. Es lo que tiene Nueva York, que lo mismo te sirve para un roto que para un descosido.

Charlamos con John Fanta